El infierno de San Juanico: 40 años de una tragedia que nunca debió ocurrir

La madrugada del 19 de noviembre de 1984, explosiones devastadoras arrasaron una comunidad entera en San Juanico
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El 19 de noviembre de 1984, San Juan Ixhuatepec vivió una de las peores tragedias de México. La madrugada se tornó un infierno cuando una serie de explosiones de gas licuado de petróleo (GLP) destruyeron hogares y vidas en cuestión de minutos.

La planta de almacenamiento de PEMEX, ubicada peligrosamente cerca de zonas habitadas, se convirtió en una bomba mortal que estalló por una fuga de gas ignorada durante demasiado tiempo.

El fenómeno que desató la catástrofe es conocido como explosión tipo BLEVE (Boiling Liquid Expanding Vapor Explosion), un tipo de explosión que ocurre cuando un líquido inflamable almacenado a alta presión y temperatura se calienta más allá de su punto de ebullición. En San Juanico, las temperaturas alcanzaron los 1,300 grados Celsius, generando bolas de fuego que destruyeron todo a su paso, con diámetros de hasta 300 metros.

La devastación fue total: 498 muertos y más de 4,000 heridos oficialmente reportados, aunque muchas voces locales aseguran que la cifra real fue mayor.

Familias completas desaparecieron bajo las llamas y los escombros. Más de 1,500 viviendas resultaron dañadas, de las cuales 149 fueron consumidas por completo. Miles de personas quedaron sin hogar, sin patrimonio y sin futuro.

Esta tragedia no fue un simple accidente. Fue el resultado de la falta de planeación urbana, de la negligencia en el mantenimiento de instalaciones de alto riesgo y de una desidia institucional que permitió que una bomba de tiempo existiera junto a una comunidad habitada.

A pesar de las advertencias, no se tomaron medidas preventivas, lo que convirtió aquel amanecer en una pesadilla sin fin para los habitantes de San Juanico.

Cuarenta años después, las heridas de San Juan Ixhuatepec permanecen abiertas. El recuerdo de aquel día no solo evoca el dolor de las pérdidas humanas, sino también la indignación ante un sistema que falló.

Es un pésimo ejemplo de cómo la negligencia puede tener un costo inconmensurable y de la necesidad urgente de exigir responsabilidad y garantizar que ninguna comunidad viva nuevamente algo similar.

San Juanico no necesita que el país lo recuerde una vez al año. Necesita justicia para las víctimas y acciones concretas que aseguren que ninguna tragedia similar vuelva a golpear a México.

Porque no hay mayor homenaje que aprender de los errores y actuar en consecuencia.

jb

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