Lluvias e inundaciones devastadoras en México: 64 muertos, 65 desaparecidos y miles de damnificados

México enfrenta una de las peores tragedias climáticas del año. Las lluvias torrenciales e inundaciones que azotaron el centro y oriente del país durante la última semana han dejado, hasta ahora, 64 personas muertas y 65 desaparecidas, según el reporte actualizado de la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC). Los estados más golpeados son Veracruz, Hidalgo y Puebla, donde comunidades enteras permanecen bajo el agua y las autoridades apenas inician el censo para cuantificar los daños materiales y humanos.
Los datos oficiales confirman que Veracruz encabeza la lista con 29 víctimas mortales, seguido por Hidalgo con 21, Puebla con 13 y Querétaro con una. A la par, se mantiene la búsqueda de 43 personas desaparecidas en Hidalgo, 18 en Veracruz y 4 en Puebla. Las imágenes difundidas muestran viviendas anegadas, vehículos arrastrados por la corriente y familias que han perdido todo, mientras los equipos de rescate trabajan sin descanso entre el lodo y los derrumbes.
La presidenta Claudia Sheinbaum reconoció que más de 100 mil viviendas habrían resultado afectadas, de manera preliminar, en alrededor de 100 municipios. Desde el domingo, la mandataria recorrió las zonas devastadas de Veracruz y anunció el inicio del censo nacional para otorgar apoyos directos a las familias damnificadas. “Hay suficientes recursos y no se va a escatimar en nada que tenga que ver con la emergencia. Lo primero es atender, es nuestra obligación”, declaró tras ser confrontada por habitantes que exigían la búsqueda urgente de estudiantes desaparecidos desde el jueves.
Durante su visita, Sheinbaum reconoció la desesperación de las familias que intentan limpiar viviendas llenas de lodo sin ayuda suficiente. “Cuando uno tiene una casa que está completamente inundada, no alcanzan las manos para limpiar. Se requiere el apoyo del gobierno, y eso es lo que estamos reforzando”, añadió, mientras Protección Civil desplegaba maquinaria y personal en las zonas más aisladas del centro del país.
El origen del desastre se relaciona con la tormenta tropical Raymond, formada el jueves frente a las costas de Guerrero, y que interactuó con los remanentes del huracán Priscilla y otros sistemas en el Atlántico. De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional, las precipitaciones acumuladas superaron los 1,800 milímetros en apenas cuatro días, equivalente a la mitad del promedio anual en algunas regiones. La saturación del suelo, combinada con cauces de ríos ya elevados por lluvias previas, desató el colapso de taludes, deslaves y desbordamientos masivos.
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Las protestas no tardaron en aparecer. En Pachuca, decenas de personas se manifestaron frente al Palacio de Gobierno exigiendo celeridad en las labores de rescate y auxilio en comunidades aún incomunicadas. En Veracruz, familiares de jóvenes desaparecidos reclamaron la falta de información sobre su paradero. La presidenta informó que dos de los estudiantes fueron hallados sin vida y que se ordenó intensificar las búsquedas en coordinación con las universidades locales.
A medida que las lluvias dan tregua, comienza el conteo de pérdidas. Miles de familias se encuentran desplazadas, sin servicios básicos y a la espera de apoyos federales. La CNPC, junto con la Secretaría de la Defensa Nacional, mantiene el Plan DN-III en operación en los estados más afectados. Aunque el pronóstico meteorológico prevé condiciones más estables en los próximos días, las autoridades advierten que el riesgo de nuevos deslaves sigue latente en zonas montañosas. La tragedia, una vez más, desnuda la fragilidad de la infraestructura mexicana ante fenómenos climáticos cada vez más extremos.
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