Madre encuentra a su hijo desmembrado en una fosa en Sonora

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Cuerpo de Víctor Hugo en fosa clandestina

Foto: Milenio

La última imagen que atesora  en su mente, es la sonrisa con la que la saludó y bromeó con ella su hijo Víctor Hugo Mungarro la mañana del 1 de abril de 2020, cuando desapareció.

“Tenía miedo encontrarlo como lo encontré”, dijo. 

Comparte esta noticia El cuerpo de Víctor Hugo Mungarro González fue encontrado en el pasillo de una casa de la colonia San Bosco.

“Una madre conoce a sus hijos. Desde que vi el tenis, desde que vi una parte de su osamenta, yo dije: ‘es mi hijo’, y no me equivoqué”, asegura Enedina González mientras frota sus manos llenas de marcas y callos.

Mismos que dan cuenta de los cinco meses y medio que cavó incansablemente por todo Hermosillo, Sonora, en busca de su hijo, Víctor Hugo Mungarro González, desaparecido el pasado 1 de abril. 

La última imagen de él que atesora en su mente, es la sonrisa con la que la saludó y bromeó con ella la mañana del 1 de abril de 2020, antes de salir de casa. 

Ese día, Víctor Hugo Mungarro González desapareció cuando iba con su hermano a trabajar y de pronto se le perdió de vista. 

Desde entonces y aún cuando las autoridades de la Fiscalía Estatal le indicaron que no lo hiciera, su madre, lo buscó incansablemente, calle por calle, bajo los puentes, en picaderos de droga, entre el monte. 

Primero la acompañaron familia y amigos, luego siguió sola, y cuando ya había pasado un mes se convenció de que no volvería a verlo con vida pero al mismo tiempo le prometió que lo encontraría fuera como fuera, y entonces decidió unirse al colectivo Buscadoras por la Paz Sonora. 

El 14 de septiembre, luego de recibir una llamada anónima, junto a sus compañeras tomó pico y pala, partió el cemento y encontró los restos de su hijo en una fosa clandestina, en el pasillo de una casa de la colonia San Bosco, en el norponiente de la capital sonorense. 

“Tenía miedo de encontrarlo como lo encontré, y lo encontré en peores circunstancias de las que imaginé. Lo encontré enterrado de cabeza y desmembrado. Mutilaron su cuerpo, lo cortaron”, detalla horrorizada Enedina.

El momento fue grabado en un video que se volvió viral en Twitter. Cuenta que aquella tarde, el dolor y la impotencia la consumían por dentro, mientras su hermana del mismo dolor, la líder del colectivo, Cecilia Delgado, le daba fuerzas y la mantenía en pie para no desmoronarse. 

“Sentía que me iba a salir fuego por la boca, sentía unas ganas inmensas de desbaratar todo. Es algo que no se lo deseo a nadie, a nadie”. 

Pero su viacrucis no terminó ahí, para el levantamiento del cuerpo debieron esperar hasta el día siguiente, hasta que un juez firmara una orden de cateo. 

Enedina se retiró sólo un par de horas a su casa y al volver vio cómo un perro mordía los restos de su hijo, a pesar de que el lugar estaba bajo resguardo de la policía. 

Recuerda que les pidió a los uniformados la dejaran pasar para cubrir a Víctor Hugo con una lámina que estaba en el lugar, pero no se lo permitieron, no entendía porqué ahora que por fin lo había encontrado ella misma las autoridades la hacían esperar más de 24 horas para sacarlo de ese húmedo lugar, esperando por una orden de cateo que ella misma había pedido anteriormente y que jamás le habían concedido. 

“Yo no buscaba venganza ni justicia, yo lo que quería era el cuerpo de mi hijo y nada más. Ellos estaban esperando una orden, ¿ya para qué? Si cuando yo se los pedí no me hicieron caso, yo podía haber hallado a mi hijo meses atrás”, afirmó. 

Y es que Enedina asegura que interpuso la denuncia en dos ocasiones ante la Fiscalía General de Justicia del Estado de Sonora, incluso le informó al Ministerio Público que en ese domicilio podía estar su hijo porque fue el último lugar donde lo vieron, le solicitó que se investigara, pero lejos de ello, primero le pidieron que no lo buscara por su cuenta, que no obstruyera su trabajo, y finalmente un día le informaron que el expediente no existía. 

De mayo a la fecha, las Buscadoras por la Paz Sonora, han registrado 70 desapariciones tan sólo en Hermosillo, todos coinciden en que al denunciar, las autoridades les piden no hacer públicos sus casos.

“Estoy hecha pedazos porque el hijo de mis entrañas me lo arrebataron y me lo mataron de la peor manera que podía haber, se ensañaron con él, y yo siento que eso no se vale, porque él no era malo, unos sabe lo que tiene”, lamenta.

La madre del joven de 34 años entre sus planes pendientes dejó el reunirse con su hija Jaqueline de 13 años, quien hace tiempo se mudó a otra ciudad. 

A Víctor Hugo lo describen como muy cariñoso, noble y trabajador; su madre reconoce que consumía drogas y en dos ocasiones ya había intentado rehabilitarse. Una semana después del hallazgo de los restos de Víctor Hugo, Enedina sigue esperando que le entreguen los restos de su hijo para poder despedirlo e iniciar finalmente su duelo. 

Los análisis genéticos tardarán en llegar, pero ella afirma que ya no existe duda alguna, lo reconoció por su ropa, por la forma de sus huesos, por los accesorios que portaba, por el tatuaje que aún se notaba en el único brazo que aún estaba completo.

Lo reconoció, dice, por su corazón de madre que no se equivoca.

“Voy a descansar, voy a seguir con mi dolor, pero logramos encontrarlo, y sé que él va a tener paz, y sé que está con Dios”, concluyó. 

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