Sheinbaum acelera el relevo en la FGR enviando terna exclusiva de mujeres

La sucesión en la Fiscalía General de la República (FGR) entró en una fase decisiva luego de que la presidenta Claudia Sheinbaum confirmara que envió al Senado una terna compuesta exclusivamente por mujeres, un gesto que refuerza la narrativa de su gobierno sobre la centralidad femenina en los cargos estratégicos. La decisión, anunciada desde Palacio Nacional, marca el inicio de un tramo político donde se medirán fuerzas, consensos y expectativas sobre el rumbo de la procuración de justicia en el país.
El anuncio de Sheinbaum profundiza el ángulo principal de esta transición: el empuje del Ejecutivo por colocar perfiles con sello propio en una institución clave. La mandataria evitó adelantar nombres, pero sí subrayó que las tres aspirantes son mujeres, un mensaje que enmarca la designación dentro de su discurso de “tiempo de mujeres”, y que además coloca presión pública sobre los senadores que revisarán la propuesta.
La confirmación ocurre un día después de que el pleno del Senado aprobara una lista de diez candidaturas elegibles, enviada posteriormente al Ejecutivo como marca el procedimiento constitucional. Ese listado incluía cuatro perfiles femeninos —Ernestina Godoy, Luz María Zarza Delgado, Maribel Bojorges Beltrán y Mirna Lucía Grande— de los cuales surgieron las finalistas que ahora regresan en forma de terna para su evaluación definitiva.
El proceso adquiere relevancia política porque la FGR, como órgano autónomo, requiere del aval de dos terceras partes de la Cámara alta, un umbral que anticipa negociaciones intensas entre bancadas. Sheinbaum, consciente de los tiempos y márgenes legales, recordó que los senadores “la conocerán al rato”, gesto que sugiere que el Ejecutivo ya resolvió su apuesta y ahora traslada la responsabilidad al Legislativo.
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El Senado deberá abrir comparecencias públicas para examinar la idoneidad de cada aspirante, etapa que suele revelar tensiones internas, lecturas partidistas y el pulso general del país frente a la procuración de justicia. Además, esta revisión ocurre bajo la mirada de un gobierno que ha insistido en fortalecer el rol de la FGR como un actor más eficiente, menos opaco y más cercano a las prioridades nacionales.
El calendario también impone presión: el pleno dispone de un plazo máximo de diez días para votar y lograr la mayoría calificada que confirme a la próxima fiscal. Si el reloj expira sin acuerdo, la Constitución otorga a la presidenta la facultad de designar directamente a una de las tres candidatas, escenario que podría reconfigurar el balance político y exhibir la capacidad de Sheinbaum para imponer decisiones en un Congreso con corrientes diversas.
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Este último punto añade un matiz determinante al proceso: la posibilidad de que la primera designación de alto calibre en materia de justicia del nuevo gobierno termine siendo una resolución directa del Ejecutivo, en caso de que las bancadas no logren consenso. El mensaje implícito es claro: la FGR tendrá nuevo rostro pronto, con o sin acuerdo legislativo, y será femenino.
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