T-MEC, la pieza crítica que la industria de chips exige blindar rumbo a 2026

La industria de semiconductores de América del Norte ha encendido las alertas antes de la revisión del T-MEC en 2026, convencida de que el tratado es la columna vertebral que mantiene funcionando un ecosistema integrado y capaz de competir con China. La advertencia proviene de la propia Semiconductor Industry Association (SIA), que representa prácticamente toda la producción estadounidense y sostiene que cualquier debilitamiento del acuerdo pondría en riesgo un circuito industrial finamente calibrado.
El organismo entregó a la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos un diagnóstico contundente: sin el marco del T-MEC, Norteamérica perdería certidumbre, inversión y capacidad operativa en un sector donde cada retraso cuesta millones. La asociación subraya que el tratado redujo costos, protegió la propiedad intelectual y consolidó cadenas de suministro que permiten que un chip viaje entre Canadá, México y Estados Unidos sin fricciones.
Esa integración, que para la industria es casi tan valiosa como el silicio mismo, permite que un diseño digital nacido en Toronto se pruebe en Guadalajara, regrese a Texas para una fase crítica y termine ensamblado en bienes finales que van desde autos hasta servidores de inteligencia artificial. Ese ir y venir constante sólo es posible gracias a las reglas del T-MEC, que han convertido a la región en un bloque con peso propio frente a la expansión asiática.
La SIA insiste en que cualquier cambio imprudente tendría efectos inmediatos, pero reconoce que la revisión de 2026 abre una ventana para ajustes quirúrgicos. Uno de los temas centrales es la modernización de las reglas de origen, que hoy no reflejan las diferencias entre los distintos tipos de chips ni los procesos de fabricación emergentes. Ajustarlas permitiría integrar más semiconductores estadounidenses en bienes ensamblados dentro de la región sin sacrificar competitividad.
La advertencia más sensible, sin embargo, apunta a los riesgos externos. Sin mecanismos coordinados de control, el tratado podría convertirse en una puerta lateral para que componentes de países con políticas industriales agresivas entren en la cadena norteamericana camuflados. La industria propone blindar el acuerdo con herramientas de revisión de inversiones, vigilancia de flujos sensibles y cooperación en seguridad económica.
En paralelo, la SIA pide fortalecer el capítulo digital del tratado, clave para una industria que depende de la circulación continua de datos entre equipos distribuidos por toda la región. El diseño de un solo chip implica intercambios de información cientos de veces, por lo que el sector exige reglas reforzadas sobre inteligencia artificial, ciberseguridad e interoperabilidad. Para los ingenieros, cualquier restricción al flujo digital equivale a frenar la innovación.
La protección de secretos industriales es otro pilar que la industria considera irrenunciable. El T-MEC incluyó sanciones severas contra el robo de diseños y la divulgación forzada de código fuente; la asociación celebra estos candados, recordando que una filtración puede borrar años de inversión. Mientras Washington evalúa nuevas medidas arancelarias, la SIA insiste en mantener un régimen claro para semiconductores y equipos relacionados, tratándose de tecnologías que sostienen desde la manufactura hasta la inteligencia artificial.
El diagnóstico concluye con una advertencia estratégica: Norteamérica sólo podrá mantener su liderazgo global si mantiene intacta la certidumbre jurídica y comercial del T-MEC. Con un superávit estadounidense superior a 10,000 millones de dólares con México y cerca de 800 millones con Canadá en comercio de semiconductores, la asociación considera que el tratado es tanto un escudo económico como un acelerador tecnológico.
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