Portaviones USS Gerald Ford se suma al operativo antidrogas de EE.UU. en Latinoamérica

El Pentágono insiste en que la misión tiene fines estrictamente antinarcóticos, aunque sus críticos la consideran una muestra de poder con implicaciones políticas más amplias
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El portaviones más grande del mundo, el USS Gerald Ford, se incorporó oficialmente al operativo militar de Estados Unidos contra el narcotráfico en Latinoamérica, una maniobra que ha generado una nueva ola de tensiones geopolíticas en la región. Mientras Washington sostiene que la misión busca “proteger la seguridad hemisférica”, gobiernos como los de Venezuela y Rusia denuncian que se trata de una acción encubierta con fines políticos.

El Comando Sur de las Fuerzas Navales de EE.UU. confirmó que el Gerald Ford, desplegado hace tres semanas, ya se encuentra dentro de su zona de responsabilidad, que incluye el Caribe y buena parte de América Latina. De acuerdo con el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, la llegada del portaviones “reforzará la capacidad de detección, vigilancia y desarticulación de redes ilícitas que amenazan la seguridad del hemisferio occidental”. El anuncio se da en medio de un operativo que ya ha dejado al menos 76 muertos en bombardeos a supuestas embarcaciones ligadas al narcotráfico.

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La reciente ofensiva ha incluido la destrucción de 20 embarcaciones desde septiembre, además del despliegue de buques de guerra, cazas y miles de soldados estadounidenses. Sin embargo, Washington no ha presentado pruebas públicas que confirmen que las naves atacadas transportaban drogas o constituían una amenaza directa. Este vacío ha alimentado la crítica internacional y abierto un debate sobre la legalidad de las operaciones.

Entre los países más críticos se encuentra Rusia, aliado estratégico del gobierno de Nicolás Maduro, que condenó los bombardeos y acusó a Washington de actuar con “impunidad”. El canciller ruso Serguéi Lavrov calificó las acciones como “inaceptables” y acusó a Estados Unidos de usar la lucha antidrogas como “pretexto para imponer su voluntad en la región”. La tensión diplomática se profundizó cuando medios internacionales informaron que Gran Bretaña se negó a compartir información de inteligencia sobre embarcaciones sospechosas, para no convertirse en cómplice de lo que consideró operaciones ilegales.

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En respuesta, Venezuela activó durante la madrugada del martes una nueva fase de ejercicios militares nacionales, con despliegues “terrestres, aéreos, navales, fluviales y misilísticos”. El Ministerio de Defensa venezolano señaló que la movilización busca “responder a amenazas imperiales” y demostrar la capacidad de defensa del país. La televisión estatal VTV transmitió imágenes de tropas y vehículos blindados, en lo que el gobierno de Nicolás Maduro describió como un mensaje de “unidad y fuerza frente al imperialismo”.

Maduro aseguró que la nación bolivariana está “preparada para el combate total” y llamó al alistamiento de la Milicia Bolivariana, un cuerpo civil adscrito a las Fuerzas Armadas. “Si el imperialismo llegara a dar un golpe de mano y hacer daño, tendríamos la movilización y el combate de todo el pueblo de Venezuela”, advirtió el mandatario, quien ha denunciado repetidamente que Estados Unidos busca derrocarlo bajo el argumento del narcotráfico.

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La administración del presidente Donald Trump ya había acusado a Maduro de encabezar un cartel internacional de drogas y, según diversas fuentes, habría autorizado operaciones de inteligencia de la CIA en territorio venezolano. La llegada del USS Gerald Ford, el buque insignia de la flota estadounidense, representa así una nueva fase de presión militar en una región históricamente sensible a las intervenciones extranjeras.

Mientras tanto, los observadores internacionales advierten que este movimiento podría reconfigurar la política de seguridad en el Caribe y Sudamérica, incrementando el riesgo de choques diplomáticos o incidentes militares. Por ahora, el Pentágono insiste en que la misión tiene fines estrictamente antinarcóticos, aunque sus críticos la consideran una muestra de poder con implicaciones políticas más amplias.

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