La descentralización de AMLO: un costoso engaño que hoy cuesta miles de millones al erario

La descentralización de oficinas federales, una de las promesas de campaña más resonantes de Andrés Manuel López Obrador, se transformó durante su sexenio en un proyecto fallido que acumuló enormes costos sin resultados claros y ya revirtió múltiples sedes, afectando al erario y minando la confianza ciudadana.
Lo que debería haber sido un motor de desarrollo regional se convirtió en un desastre logístico, financiero y administrativo.
El plan contemplaba mover 32 dependencias fuera de la Ciudad de México.
No obstante, apenas cuatro se trasladaron de forma simbólica: Salud se mudó a Acapulco, Energía a Villahermosa, Cultura a Tlaxcala y Conapesca a Mazatlán —de estas, solo Conapesca permanece fuera; las demás regresaron a la capital tras breves periodos, dejando instalaciones abandonadas y miles de recursos no recuperados.
El caso más emblemático es el de la Secretaría de Salud.
Se invirtieron al menos 333.2 millones de pesos en acondicionar un edificio “inteligente” en Acapulco, dotado de paneles solares, sistemas de seguridad y estacionamiento.
Sin embargo, pocos empleados aceptaron trasladarse: solo el 20 % de la plantilla, y los altos mandos nunca se establecieron fuera de CDMX.
Las instalaciones quedaron semivacías, vulnerables a daños por fenómenos naturales como el huracán Otis, y finalmente la sede regresó a la capital oficializada en diciembre de 2024.
El costo no se limitó a Salud.
La SEP erogó unos 34 millones en su intento de mudanza, y la Secretaría del Trabajo destinó 11.6 millones a arrendamientos en Guanajuato que nunca se utilizaron.
El impacto económico en sedes como Cultura y Energía también fue significativo, con gastos en infraestructura y logística que no generaron beneficio regional alguno.
Legisladores como Miguel Riquelme han pedido informes detallados sobre los recursos gastados, el empleo trasladado o perdido, y los análisis de costo-beneficio que permitieran evaluar objetivamente esta política pública: “El caso de la Secretaría de Salud es el más escandaloso. Más de 333 millones de pesos fueron desperdiciados… otro ejemplo es la Secretaría del Trabajo… 11.6 millones”.
Expertos han calificado el esfuerzo como una ingenua ocurrencia carente de planeación real.
Fernando Nieto, investigador de El Colegio de México, lo resumió así: “una ocurrencia que no llegó a un plan de política pública real”.
Martín Íñiguez, voz técnica de la Secretaría de Gobernación, lo condenó como un traslado “más simbólico que efectivo”, con un alcance de apenas el 10 % sobre lo prometido.
El proyecto no solo fracasó en gobierno y logística: provocó una brutal sangría de recursos en momentos en que México requería fortalecer servicios básicos como salud, educación e infraestructura prioritaria.
Con un presupuesto público históricamente alto, esta desviación redujo la inversión en sectores críticos, rotos ante la emergencia sanitaria, el rezago educativo y el subdesarrollo regional.
Hoy, tras el regreso de las oficinas a la capital, el proyecto de descentralización está oficialmente cancelado, sin informes públicos exhaustivos ni rendición de cuentas total.
Claudia Sheinbaum ha señalado que no retomará esa política, pero no hay claridad sobre cómo se recuperarán los cientos de millones dilapidados.
Este fracaso expone la fragilidad en la gestión y planeación de proyectos nacionales.
Con sedes abandonadas, trabajadores afectados y miles de millones en el aire, la descentralización se convierte en una mancha en el historial de AMLO: una promesa que lucía ideal, pero terminó siendo otra gran mentira política y económica.