Jornada tensa en la marcha de la Generación Z: agresiones, vallas derribadas y reporteros heridos en el Zócalo

La movilización del 15 de noviembre demostró que el descontento juvenil ha encontrado nuevas vías de expresión, con convocatorias masivas y narrativas propias. Aunque la presencia de violencia en el Zócalo complicó el cierre de la jornada
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La marcha de la Generación Z, convocada para este 15 de noviembre como una movilización apartidista y nacional, terminó marcada por momentos de tensión y violencia en el Zócalo de la Ciudad de México, donde se registraron agresiones contra manifestantes y periodistas. El movimiento, impulsado por jóvenes que buscan visibilizar la crisis de violencia que atraviesa el país, reunió concentraciones simultáneas en distintos estados e incluso en ciudades del extranjero, convirtiéndose en una de las protestas juveniles más amplias del año.

Desde las primeras horas, la protesta destacó por su carácter explícitamente ciudadano: jóvenes sin filiación partidista denunciaron el deterioro de la seguridad pública y la falta de respuestas institucionales ante miles de víctimas de homicidio en la última década. Ese ambiente reivindicativo, sin embargo, se transformó en tensión al llegar la marcha al Centro Histórico, donde cuerpos policiales y grupos de presuntos infiltrados protagonizaron los episodios más graves del día.

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Entre los incidentes más preocupantes se encuentra la agresión sufrida por dos reporteros de la agencia FIA, quienes resultaron heridos durante la cobertura de los disturbios. Sus lesiones, ocurridas en medio de empujones, golpes y objetos lanzados, reavivaron la preocupación por la falta de garantías para el trabajo periodístico durante manifestaciones en la capital del país, un problema ya señalado por organizaciones de defensa de la prensa.

A la par de estos hechos, emergieron imágenes de un joven identificado como Luis Ángel, quien resultó herido por una piedra supuestamente lanzada por elementos policiales. El manifestante, que acudió al Zócalo para protestar contra el gobierno federal, fue atendido por servicios de emergencia, lo que evidenció la creciente confrontación que se vivía en la plancha. Aunque no hay cifras oficiales sobre el número total de lesionados, paramédicos reportaron haber atendido a varias personas durante los enfrentamientos.

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La tensión se agravó cuando grupos de manifestantes derribaron parte de la valla metálica que protegía el balcón presidencial de Palacio Nacional. La estructura, colocada días antes como medida preventiva, se convirtió en símbolo del choque entre la protesta juvenil y el resguardo extremo del recinto gubernamental. La caída del muro improvisado generó nuevos roces con policías y dejó escenas caóticas que circularon de inmediato en redes sociales.

De acuerdo con testimonios de los propios asistentes, parte de los disturbios fueron detonados por presuntos saboteadores o infiltrados que, aseguran, intentaron empañar el carácter pacífico de la movilización. Esta versión fue repetida por diversos contingentes que insistieron en que la marcha había avanzado sin incidentes mayores hasta su llegada al Zócalo. Las acusaciones, aunque sin confirmación oficial, se instalaron rápidamente en el debate público.

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Mientras tanto, en diferentes ciudades del país se desarrollaron marchas paralelas sin registrar incidentes de gravedad. En la CDMX, sin embargo, la confrontación en la fase final opacó parcialmente el mensaje central del movimiento: exigir un alto a la violencia y denunciar el abandono institucional en materia de seguridad y derechos humanos. Aun con los disturbios, la Generación Z cerró la jornada prometiendo mantener su organización y continuar articulando nuevas formas de protesta.

La movilización del 15 de noviembre demostró que el descontento juvenil ha encontrado nuevas vías de expresión, con convocatorias masivas y narrativas propias. Aunque la presencia de violencia en el Zócalo complicó el cierre de la jornada, la protesta dejó claro que una nueva generación ha decidido ocupar el espacio público y exigir respuestas frente a problemas que consideran urgentes e impostergables.

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