No Kings: Protestas masivas contra Trump inundan Estados Unidos entre banderas y disfraces

Miles de personas tomaron las calles este fin de semana en más de 2,500 puntos de Estados Unidos bajo la consigna “No Kings”, en rechazo a lo que los organizadores califican como un giro autoritario y militarizado del gobierno de Donald Trump. Las manifestaciones, registradas desde Nueva York hasta Los Ángeles, coincidieron con el cierre parcial del Gobierno federal y con el despliegue de tropas en estados gobernados por demócratas, lo que amplificó la indignación ciudadana. CNN documentó multitudes que superaron millones de asistentes, con concentraciones que combinaron símbolos patrióticos, banderas mexicanas y disfraces irónicos como gesto de resistencia pacífica.
El movimiento “No Kings” surgió en junio, tras las primeras redadas masivas de ICE en Los Ángeles, cuando Trump federalizó la Guardia Nacional en contra del gobernador local. Desde entonces, la protesta se ha transformado en un frente cívico que denuncia la erosión de los derechos civiles, las deportaciones masivas y la persecución a disidentes. En ciudades como Chicago, Minneapolis y Atlanta, el ambiente fue de desafío, pero también de fiesta democrática: pancartas con mensajes como “No queremos un rey, queremos justicia” dominaron las avenidas, mientras los asistentes entonaban himnos y consignas a favor de la libertad de prensa y los inmigrantes.
Entre los testimonios recogidos, sobresalieron voces de ciudadanos de origen mexicano y latino que reclamaron el fin de las políticas migratorias “inhumanas”. Maria Rivera Cummings, nacida en Los Ángeles y de ascendencia mexicana, ondeó una bandera híbrida entre México y Estados Unidos. “Amamos este país y también nuestras raíces. No hay contradicción en eso”, declaró. Otros manifestantes, como el trabajador federal James Kirwan y el abogado Paul Osadebe, suspendidos sin goce de sueldo por el cierre gubernamental, denunciaron el deterioro del servicio público bajo la administración Trump y aseguraron que “callar sería traicionar el juramento a la Constitución”.
En Washington, el científico Bill Nye —conocido como “The Science Guy”— se dirigió a la multitud advirtiendo que “lo que enfrentamos es el posible fin de la República”. Criticó los intentos de la Casa Blanca por suprimir la ciencia y los hechos verificables, acusando a Trump de “atemorizar a la disidencia” y de “usar la ignorancia como herramienta política”. Nye llamó a los legisladores a detener los abusos del Ejecutivo y a defender la libertad de expresión y la independencia de los tribunales.
El tono festivo se mezcló con una profunda preocupación democrática. En Nueva York, manifestantes vestidos de unicornios y dinosaurios inflables bailaban mientras sostenían copias de la Constitución. “Es difícil llamarnos terroristas cuando estamos bailando por la democracia”, ironizó una joven manifestante desde su disfraz de rana verde. En Missouri y Virginia, grupos de recreadores de la Guerra de Independencia repartieron “kits para derretir el ICE”, mientras familias completas marchaban con pancartas que decían “Salvemos la República” y “No hay reyes en América”.
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El senador Raphael Warnock, uno de los oradores en Atlanta, afirmó que las protestas “No Kings” reflejan el poder de la ciudadanía frente al autoritarismo. “No se trata de las personas en el poder, sino del poder en la gente”, dijo. En Chicago, el actor John Cusack fue ovacionado al gritar: “No, no pondrán tropas en nuestras calles. No invocarán el caos para quedarse en el poder”. Su intervención cerró una jornada que se vivió como una advertencia colectiva frente al riesgo de un país dividido entre la lealtad y la resistencia.
Mientras tanto, la respuesta oficial de la Casa Blanca fue mínima y despectiva. Consultada por CNN, la portavoz Abigail Jackson se limitó a decir: “¿A quién le importa?”. La frase, replicada con indignación en redes sociales, se convirtió de inmediato en un nuevo lema de los manifestantes, quienes la transformaron en cántico: “A nosotros sí nos importa”. La escena simbolizó el pulso político de un país que, bajo la sombra del cierre gubernamental, enfrenta una creciente movilización ciudadana que exige respeto a los derechos, a la Constitución y a la democracia.
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