Tras las lluvias, servicios en llanteras se incrementan más del 60%

La economía de las familias se ve golpeada por el gasto imprevisto que deben hacer cuando hay que cambiar una llanta, derivado del mal estado de las calles.
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Reparación de llantas representa fuerte erogación económica.

Una conocida frase dice que después de la lluvia viene un arcoíris, pero en La Paz, como en otras localidades de BCS, los ciudadanos opinan diferente y con disgusto, ya que una ligera llovizna tiene consecuencias en sus bolsillos; baches en las calles y socavones, son la antesala de llantas ponchadas por doquier, lo que significa un gasto inesperado.

Así lo confirma Carlos Zamora, trabajador de una llantera sobre el bulevar Padre Kino de la capital. Comentó que este año los servicios realizados tras las descargas pluviales y las tormentas eléctricas derivadas del Monzón mexicano, se incrementaron hasta un 60% debido en parte a las malas condiciones de las calles.

Y se estima que en algunas zonas, este porcentaje es mayor.

Compartió que más de un cliente aprovecha el tiempo de espera, mientras le reparan la llanta, para expresar su molestia y renegar por el mal trabajo que hacen las autoridades a la hora de bachear o de seleccionar el tipo de pavimento que colocaran en una vialidad. 

Exponen una situación de incomodidad que se incrementa dada la lenta respuesta de las autoridades a la hora de limpiar las calles, mismas que se ven saturadas de tierra, clavos y basura tras las lluvias. Incluso los turistas se quejan, dice Carlos Zamora.

Haciendo énfasis en el tema económico, comentó que desde hace dos o tres años ha sentido que las personas gastan menos, sobre todo después de la pandemia, ahora lo piensan más para adquirir otra llanta, buscan más los llamados “gallitos” -llantas usadas, pero que todavía resisten- o buscan la manera de arreglar las propias.

Héctor Romero