SpaceX contamina playas de Tamaulipas y pone en riesgo a la tortuga lora

Pese a las denuncias y protestas marítimas, los vuelos del Starship continúan. Tamaulipas, uno de los últimos santuarios de la tortuga lora, enfrenta así el reto de proteger su ecosistema frente a la basura espacial
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La caída de fragmentos del cohete Starship de SpaceX en el Golfo de México encendió la alarma entre ambientalistas y autoridades mexicanas, luego de que restos metálicos, tanques y piezas de fibra de vidrio fueran hallados a lo largo de más de 40 kilómetros de playas en Tamaulipas. Los desechos, producto de las explosiones de prueba del cohete más grande del mundo, han comenzado a afectar ecosistemas marinos y a una de las especies más vulnerables del planeta: la tortuga lora (Lepidochelys kempii), símbolo de la conservación en las costas mexicanas.

De acuerdo con la organización Conservación e Investigación de la Biodiversidad (Conibio Global), los fragmentos identificados llevan etiquetas de “SpaceX” y provienen de los propulsores que se lanzan desde la base Starbase, ubicada en Brownsville, Texas. “Desde noviembre de 2024, los boosters del Starship han explotado en cuatro ocasiones al caer en el Golfo, dos de ellas dentro del territorio mexicano”, explicó el veterinario Jesús Elías Ibarra Rodríguez, presidente de Conibio. Los residuos, señaló, no solo contaminan la superficie sino que se fragmentan en partículas diminutas —conocidas como microbasura espacial— que son ingeridas por aves, peces y crustáceos.

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Las consecuencias ya son visibles. Tras el lanzamiento del 13 de octubre, se reportaron varamientos de delfines y peces muertos en Playa Bagdad y Matamoros. “Uno de los delfines murió probablemente a causa de la onda sónica del cohete”, denunció Ibarra. Además, los especialistas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas confirmaron que la vibración de los lanzamientos compacta la arena y ha provocado la pérdida de al menos siete nidos de tortuga lora, cuyas crías no lograron emerger.

El Golfo de México, refugio natural de esta especie en peligro crítico, enfrenta así un nuevo tipo de amenaza: los residuos espaciales. La preocupación aumenta porque los lanzamientos de SpaceX se han intensificado, y los ambientalistas temen que cada nueva prueba del Starship —una nave de 123 metros de altura y 200 toneladas de propulsor— deje un rastro de contaminación marina más amplio. En el último año, México ha recibido restos de al menos tres misiones fallidas.

En julio pasado, la presidenta Claudia Sheinbaum reconoció los daños ambientales provocados por el Starship 36, mientras el secretario de Marina, Raymundo Pedro Morales, reveló que SpaceX operó con una plataforma marítima sin permisos en el Golfo. “Tuvo internación en el país, no cumplió los requisitos para trabajar y se retiró”, declaró. El gobierno mexicano analiza sanciones y una revisión jurídica sobre posibles violaciones al derecho internacional.

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El ambientalista Ibarra insistió en que, conforme al Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967, México tiene derecho a exigir a Estados Unidos la reparación de los daños causados por actividades espaciales de empresas privadas. “La Semarnat y la Secretaría de Relaciones Exteriores deben presentar el caso formalmente; ya tenemos evidencia física, muestras biológicas y coordenadas exactas”, afirmó. Su equipo prepara una expedición submarina para inspeccionar un propulsor hundido frente a Playa Bagdad, que podría ser clave en la investigación.

Mientras tanto, los voluntarios de Conibio continúan retirando fragmentos metálicos y microbasura espacial a mano, ante la falta de una estrategia integral de limpieza. El alcalde de Matamoros, Alberto Granados, confirmó que SpaceX se comprometió a enviar personal técnico para recoger los desechos en la zona norte de Playa Bagdad, aunque ambientalistas temen que la medida sea solo temporal y no aborde el problema de fondo.

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La llamada “Operación Golfo de México”, emprendida por activistas de Conibio, busca frenar los lanzamientos de prueba hasta que SpaceX asuma la responsabilidad por los daños ambientales. Sin embargo, pese a las denuncias y protestas marítimas, los vuelos del Starship continúan. Tamaulipas, uno de los últimos santuarios de la tortuga lora, enfrenta así el reto de proteger su ecosistema frente a un enemigo inesperado: la basura del espacio.

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