Contra el despojo en la Industria Eléctrica
Muchos organismos empresariales han salido a reclamar al presidente López Obrador la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica. Su principal argumentación, es que esto violaría la Constitución, y que estaría en contra de diferentes acuerdos internacionales como el T-MEC, pero con ello guardan silencio ante el desfalco a la nación que han provocado empresas principalmente transnacionales. No sólo, omiten hablar sobre la ilegalidad sobre la que se construyó la participación privada en el sector energético.
Carlos Lomelí Salazar del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) incluso presentó en la Cámara de Diputados, un proyecto que sin duda hubiera sido la culminación del proyecto iniciado con Salinas de Gortari, el total desmantelamiento de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y reducirla nada más a cubrir la transmisión, distribución y como suministradora. Es decir, que el Estado se haga cargo de los costos de operación y que los privados puedan obtener mayores beneficios sin invertir.
El proyecto salinista consistió en dividir a la compañía paraestatal, la fórmula es la misma que utilizaron en PEMEX, no invertir en ella, y una vez que fuera chatarra privatizarla para expropiar el Estado el control de la Industria Eléctrica. Es por ello por lo que, el presidente fue muy energético al declarar que no va a permitir la privatización de la industria eléctrica.
La preocupación de los intereses empresariales como Grupo Bimbo, Altos Hornos de México, Palacio de Hierro, FEMSA, Grupo Modelo, Iberdrola, entre otros tantos, es que con la nueva reforma se acabarían las condiciones que le impusieron al Gobierno de México con contratos leoninos bajo el pretexto del autoabastecimiento, misma que era violada constantemente porque la energía se llegaba a vender a terceros, peor aún solicitaban que quien se encargará del suministro fuera la CFE cargándose todos los costos a la empresa.
El tema de la autosuficiencia energética no es menor, recientemente en la crisis del huachicol el gobierno de la república nada más tenía la capacidad para garantizar gasolina a la población durante una semana, esto habla de la falta de infraestructura en las refinerías, lo mismo sucedió para el abastecimiento de electricidad.
En el tema eléctrico compañías españolas dominan el 20% de las necesidades en México, lo que queda a merced de grupos empresariales que en dado momento podrían presionar al gobierno a través de restringir el consumo.
Si uno ve los números en general se podrá dar cuenta que el Estado mexicano sólo produce el 37% de la electricidad, y el capital privado controla el 63%, lo que ha producido un incremento en el precio de la electricidad, y que en ningún momento benefició a los consumidores.
Peor aún, se financió con dinero de los contribuyentes las inversiones de capitales transnacionales, es el caso de Iberdrola, en donde se le ha subsidiado con 6 mil 175 millones de pesos, que equivale al 37% de lo que la compañía ha invertido en México.
El Estado mexicano no es ni siquiera socio de la compañía por financiamiento, es un daño a la nación.
Recientemente la CFE declaró ante la Cámara de Diputados que sufre una sangría permanente, y calculó el daño a la nación debido a estos esquemas de despojo aprobados en la época del régimen neoliberal en 412 mil millones de pesos por subsidios, riesgos cambiarios y de inflación, bajo despacho y tarifas crecientes.
Los funcionarios de CFE fueron más duros respecto a lo que está sucediendo, y es que ante el diputado Enrique Ocho Reza, ex director de la paraestatal y que fue de los principales personajes en operar estos contratos leoninos, declararon tajantemente que la iniciativa preferencial del presidente López Obrador lo que trata es de “poner fin al saqueo de un pequeño grupo de particulares, de gángsters que se han hecho inmensamente ricos”.
Uno de los organismos autónomos que dejaron sembrados desde el gobierno de Peña Nieto, la Comisión Federal de Competencia Económica entró a la discusión para proteger los intereses de los capitales privados nacionales y transnacionales, el argumento es que se estaría generando un monopolio en el mercado, y que eso iría en contra del consumidor. De hecho, esa es la estrategia que intentarán desarrollar desde la Suprema Corte de Justicia de la Nación para detener la reforma de Ley de la Industria Eléctrica si es que Morena y sus aliados logran aprobarla.
Ante esto, los propios funcionarios de CFE lo tienen claro: “no hay libre competencia en el sector eléctrico, sino un monopolio de un grupo muy chiquito de empresas”, dicho monopolio ha controlado el precio de la electricidad, y elevado los costos. Si la Ley se aprueba, la CFE ha dicho que las tarifas podrían bajar hasta un 30%, lo que representaría una disminución de 140 mil millones de pesos.
En estos días hemos estado viviendo apagones en el norte del país debido a una tormenta de nieve que afectó el estado de Texas en el país vecino, lo que provocó que los gasoductos por los que se abastece México quedarán congelados y hubiera intermitencia del abastecimiento de gas para operar. La oposición no tardó en culpar al gobierno de esta situación, es claro que van a usar cualquier falla en el suministro eléctrico para seguir afirmando que lo que más le conviene al pueblo de México es la privatización y subsidio a los intereses extranjeros.
Lo que está claro es que cada vez que se habla en México de energías limpias, lo que en el fondo se esconde, es quién va a pagar la transición energética, si los capitales o el Estado. En esta discusión se ha manipulado hasta el cansancio, porque no es menor el reto energético para el siglo XXI, sobre todo si vemos que los países desarrollados no están dispuestos a detener el uso de las llamadas energías contaminantes, o peor aún, al hablar de subsidios lo que les importa es la ganancia y no el cuidado al planeta, mucho menos los bolsillos de los consumidores.
El presidente López Obrador está apostando por recuperar la rectoría del Estado, y desde ahí garantizar la soberanía energética lo que permitiría trazar una ruta
sustentable, pero sobran muchos traidores como ya vislumbraba López Mateos en el siglo XX.