Don “Chale” Peláez, familias históricas en Santiago
[vc_row][vc_column][vc_column_text]Hugo F. Payén I.
Fui a Santiago, (una vez más pues nunca me voy del todo) a “entrevistar” (es un decir, fue como siempre una visita muy agradable) a nuestro personaje de hoy, miembro de la sociedad histórica en ese pueblo, único sobreviviente de esa familia tan apreciada por todos… a esa tan querida familia dedico hoy mi remembranza.
El patriarca fue Don Mauricio Peláez Manriquez, de La Paz, nació un 15 de marzo de 1894 y partió el 31 de octubre de 1952, llegó a Santiago en 1922 con el cargo de secretario del ayuntamiento y después tesorero hasta 1929, año en que los ayuntamientos fueron suprimidos. Fue también administrador de la oficina subalterna de Hacienda del entonces territorio Sur por varios períodos, secretario del Juzgado de paz de 1935 a 1952.
Su esposa fue la señora Teodosia Cota Castro, “Doña Tolocha” como cariñosamente le conocí hace más de 70 años, en esa casa de tantos recuerdos junto a la iglesia.
Ella fue profesora en la “Escuela elemental mixta #29”, junto con Jesús Ruiz, (Mi querida nana Chuy) y Leonila González de Castro, me cuenta Chale, procrearon 2 mujeres y 5 varones, Consuelo “Chelito” Peláez Cota, excelente enfermera y Ana María, cumplida profesora como fue su mamá, el mayor, Mauricio, vivió en Tijuana, funcionario de Salubridad, Ernesto, Pedro, quien vivió en USA (Los Ángeles) Luis, quien fue Juez de Paz como su padre, después de 1952, autodidacta admirable sin duda y Carlos, único aún con vida, a sus 88 cumplidos, con una lucidez admirable, caminamos un poco cuando me mostró lo que fue la escuela elemental 29 por los 30.
Vivieron en esa centenaria casona desde 1923, “la casa de Doña Tolocha” decía yo al referirme a ella, el Edy mi hermano y yo llegábamos habitualmente por el corral, habiendo pasado antes a “visitar” a Doña Manuela Cosío, quien hacía tortillas de harina doraditas y les ponía miel de abejas del cantil y queso rallado… ¡mañosos visitantes!
¡Sin iglesia!
Nos cuenta Don Chale que el General Franciso J. Mujica llegó designado como Gobernador en 1940, la iglesia estaba en muy malas condiciones y la mandó tumbar completamente. Ahí reposaban los restos del padre Guadalupe Díaz, quien a la edad de 30 años falleció al contagiarse de la peste (¿fiebre amarilla?) que azotó al pueblo, al dar la extrema unción o comunión a moribundos.
También el padre Antonio Tempis, jesuita, descansaba ahí: nos dice el señor César Osuna Peralta que el maestro de obras Sr. Modesto González recogió fragmentos óseos de estos sacerdotes y los llevó al panteón local. Cuando Doña “Terucha” casó con el Dr. Mondragón, en el 44, papá y mamá en el 45, no había iglesia, fue necesario traer oficiantes de La Paz, se inició en 1947 la nueva edificación del edificio, por los padres combonianos Luis Ruggera y Mario Menghini Pecci.
En 1976 el ciclón “Liza” dañó mucho el templo, la institución católica alemana “Avenial” colaboró, así como residentes altruistas locales. Don Chale (Carlos Peláez Cota) me platica del altruismo desinteresado de nuestro querido y recordado “Chalito” Cota, de La Paz, quien mucho ayudó a la recontrucción terminada en 1979, como luce hoy. Como ven, ha sido destruida o arrasada hasta los cimientos, pero la fe obra milagros, sin duda! Ahí está más sólida y bella que nunca nuestra iglesia.
Don Chale nos platica que fue Síndico de La Paz allá por los 70, Secretario en Santiago “toda una vida”, sin duda, “¡aún voy a saludar de vez en cuando!” nos platica, funcionario ejemplar sin duda, escuela de Don Mauricio: honradez y valores, que tanto se han perdido, ¡honor a quien lo merece!
Los caballos, los gallos… las apuestas!
Son tradicionales en Santiago, sin duda, se sabe que en 1860 llegó a combatir el paludismo en la zona el Dr. José de Jesús Reza, primer médico en el siglo XIX. (En el XX, el galeno Cirilo Mondragón Ochoa fue el primero) dejó ahí descendientes, un hijo, aficionado a las carreras de caballos dicen que llevó ejemplares y crió equinos de competencia y… ¡hasta la fecha y no se nos quita la maña!… nos cuenta Don Chale que, siendo gobernador el Lic. Hugo Cervantes del Río, éste prohibió terminantemente carreras, gallos, ¡apuestas!.
Mi tata Silvestre, amigo de Don Mauricio, jugaban, ¡ni hablar! amigos de Don Epigmenio Montaño, y éste del General Agustín Olachea Avilés, ex gobernador y ex jefe de la milicia, relevante prócer local, le pidieron que intercediera, así que por sugerencia del general, se hizo una comida y se invitó al Sr. gobernador.
Ahí el general Olachea le explicó que “desde hace siglos” (…) se juega, es tradición, etc. etc. y pues Don Hugo tuvo que ceder un poco: “sí, que se jueguen, pero ¡sin apuestas y sin vicio! (jajaja) así se hizo, jamás se vieron billetes o cervezas, peeero… ¡! (y a Don Hugo, mi estimado tocayo, que yo sepa, nunca se le invitó a ninguna carrera de caballos, peleas de gallos… ¡menos a “pistiar”!) Idiosincrasia pueblerina pues.
Tantas cosas que contar, pero una es muy importante: decirles a mis 13 del gran cariño que a esa familia le tenemos, Don Chale fue padrino de confirmación de Edy (D.E.P.) mi hermano, mi viaje a ver a Don Chale, aparte, fue con la alegría de comprobar que este año cantó el mítico caudel del profe “Chucho” Castro, ver corriendo los arroyos de San José, Caduaño, Miraflores, El Aguajito y Santiago, ¡no es de todos los días!
Gracias Chale por recibirme como siempre: ¡como familia!
Hasta pronto paisanos[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][codepages_gallery_module style=”style2″ image=”129795,129794,129793,129792″][/vc_column][/vc_row]