Hablar varios idiomas ralentiza el envejecimiento y protege la mente, revela un nuevo estudio internacional

Investigaciones recientes confirman que hablar varios idiomas ralentiza el envejecimiento al fortalecer la memoria y la salud cerebral
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Un estudio internacional revela que las personas que dominan más de un idioma presentan una tasa de envejecimiento biológico y cognitivo significativamente menor que quienes hablan únicamente una lengua.

El hallazgo, relevante para políticas de salud pública y educación en contextos como México, sugiere que el aprendizaje de idiomas es mucho más que una competencia cultural: puede convertirse en una estrategia preventiva contra el deterioro ligado a la edad.

La reciente investigación, publicada en la revista Nature Aging, analizó datos de más de 86 000 participantes en 27 países europeos, con edades comprendidas entre 51 y 90 años.

Los resultados revelaron que los hablantes monolingües tienen más probabilidades de presentar lo que los científicos llaman “edad biológica” superior a la cronológica, lo que implica un envejecimiento acelerado.

En cambio, quienes podían manejar varias lenguas registraron, en promedio, la mitad del riesgo de dicho envejecimiento acelerado.

El estudio documenta además un efecto dosis-respuesta: por cada idioma adicional, se observa una desaceleración del envejecimiento.

“Cada lengua extra aporta una protección medible”, explicó uno de los coautores del trabajo.

Los autores subrayan que el multilingüismo no sólo ejercita funciones cognitivas como la memoria, la atención y la inhibición de interferencias, sino que también fortalece redes neuronales que tienden a debilitarse con la edad.

Desde el punto de vista público, los investigadores advierten que fomentar el aprendizaje y uso de múltiples idiomas debe considerarse como una inversión en salud.

Según los autores, no se trata únicamente de un enriquecimiento cultural o académico, sino de una herramienta que puede incluirse en estrategias de bienestar para la población mayor.

¿Cómo hablar varios idiomas ralentiza el envejecimiento?

El mecanismo descrito por los científicos indica que cuando un individuo gestiona más de una lengua, el cerebro debe alternar sistemas lingüísticos, inhibir interferencias y decidir qué idioma activar en cada contexto.

Esto moviliza una red de control ejecutivo que coincide con funciones tan críticas como la memoria de trabajo, la atención y la flexibilidad cognitiva: justamente aquellas que sufren declive con la edad.

Asimismo, el bilingüismo favorece mayor conectividad social, identidad y bienestar emocional, lo que impacta positivamente en la salud cardiovascular, metabólica e inmunitaria, elementos interrelacionados con el envejecimiento general.

En países donde la población mayor de 50 años está creciendo  este hallazgo cobra particular relevancia. Los investigadores abogan por integrar el multilingüismo desde la infancia y mantener estímulos durante la vida adulta.

Esto supone promover programas de idiomas, incentivación al uso cotidiano y políticas públicas que vean el aprendizaje de lenguas no solo como una cuestión lingüística, sino como un factor de prevención sanitaria.

¿Qué deben considerar los adultos mayores o quienes están en camino hacia la tercera edad?

Aunque los resultados provienen de un amplio estudio europeo, su lógica puede trasladarse a otras latitudes: para adultos mayores o personas mayores de 50 años que desean mejorar su calidad de vida en los años por venir, aprender un segundo o tercer idioma aparece como una estrategia accesible con múltiples beneficios.

Como señalan los autores: no es necesario esperar a la jubilación; comenzar ahora puede marcar la diferencia.

Además se sugiere que el idioma se convierta en actividad habitual, combinando uso social, mental y emocional, más allá de cursos formales.

El descubrimiento posiciona el dominio de varias lenguas como un factor protector frente al envejecimiento biológico y cognitivo. En una era en que las sociedades envejecen, la educación lingüística emerge no solo como un valor cultural, sino también como un pilar de salud pública.

En México y América Latina, integrar este enfoque puede abrir nuevos horizontes para mantener una vejez más activa, saludable e integrada.

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