La Realidad contra el Encanto

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Columna de Jesús Manuel Díaz Zurita

Bastaron dos acciones para dejar en claro que MORENA, ejerciendo el gobierno, no es lo que dice: sí reprime a la población.

Todos los días, con el estribillo “no somos iguales”, el presidente Andrés Manuel López Obrador, una y otra vez, ha puesto sobre la mesa que su gobierno no reprime.

La represión social, dice, no cabe en mi gobierno.

Puede tener razón, en su gobierno, el gobierno federal.

Hemos visto, y puede decirse que es cierto, pues, a la fecha, han sobrado razones justificadas para que las fuerzas del orden público actuaran con violencia contra los ciudadanos. No lo han hecho.

Ejemplos sobran y basta recordar comunidades que agreden las bases de militares y a los propios soldados, que, tras ser agredidos e incluso ser retenidos a la fuerza, no responden a los agresores, que destruyen todo para presionar y lograr el retiro de la zona de las fuerzas federales.

Igual, hemos visto que se agrede a miembros de la Guardia Nacional y a militares, cuando llegan a cerrar tomas clandestinas de donde se roban el combustible.

Pero en los estados, los gobiernos de los estados y municipios, con sus acciones lo contradicen.

Queda claro que los gobiernos emanados de MORENA sí reprimen.

El primer chispazo, es el caso Oaxaca.

No habían pasado 24 horas siquiera de la toma de gobierno por Salomón Jara Cruz, para que se diera el desalojo de los indígenas Triquis que tenían tomado los arcos del palacio de gobierno, en plena plaza central de Oaxaca.

Fue el nuevo gobernador quien mandó a la policía estatal, apoyada por policías municipales de Oaxaca, también surgido de las filas de MORENA, a desalojar a los indígenas Triquis. El retiro de carpas y colguijos de los artículos en venta fueron retirados de manera violenta. Sin un aviso previo, en hechos ocurridos a la 1.30 de la mañana.

Los Triquis de habían posesionado de la zona desde mediados del gobierno de Gabino Cué Monteagudo (2010-2016). Se apoderaron del corredor del palacio de gobierno, debido a la falta de solución del conflicto y la violencia que se vivía en San Juan Copala, desde la administración de Ulises Ruiz Ortiz (2004-2010) y por lo cual tuvieron que salir de dicho territorio y refugiarse en el zócalo a modo de protesta.

Hoy el señalamiento es de que MORENA hizo lo que nunca hicieron los gobiernos priistas.

Los corrieron con violencia.

CORCHOLATAZO

De manera inexplicable, sin que hubieran razones lógicas, se rompió la magia, el sueño.

En plena jurisdicción de la Ciudad de México, se presentó la represión violenta contra ciudadanos, que se manifestaron para proteger lo que consideran de su legítima propiedad, el agua potable.

El pasado dos de diciembre, los “granaderos” protagonizaron actos de violencia contra habitantes de la alcaldía Xochimilco, lo que dejó un saldo de 24 personas lesionadas, 19 de ellos uniformados, según informó el secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres.

Videos de la Coordinación de Pueblos de Xochimilco exhiben a un numeroso grupo de policías ingresar a un domicilio de la colonia San Gregorio Atlapulco, y atacar un vehículo estacionado, al que le arrojan piedras en varias ocasiones.

El tema es del todo extraño, pues es situaciones de mayor gravedad, en las que han golpeado con hachas y machetes y se ha llegado a quemar policías con soplete –esas feministas de la derecha–, se ha impuesto la disciplina entre los policías.

Pero en esta ocasión tomaron dormidos a Martí Batres y a Omar García Harfuch, secretario general de gobierno y de la secretaria de protección ciudadana, por lo que la represión se desató.

Funcionarios de los que siempre están en el lugar de los hechos, acompañados de la Comisión de Derechos Humanos, les pasaron la bola de humo.

Aspirantes al gobierno de la Ciudad de México, los dos, salen raspados en los hechos.

Y por si fuera poco, le pusieron su corcholatazo a Claudia Sheimbaun, aspirante a la presidencia del país.

Hay mar de fondo en estos hechos, que parecen ser el inicio del juego de las patadas con rumbo al 2024.

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