Lancheros deben cumplir protocolos para no hostigar a las ballenas: Francisco Gómez
Con el afán de conseguir la mejor foto o tener una experiencia única en la vida por tocar una ballena, es que en esta temporada algunas embarcaciones caen en el hostigamiento de los cetáceos en los diferentes puntos de avistamiento que hay en el estado. Al respecto, el director del ‘Museo de la ballena y ciencias del mar’, Francisco Gómez Díaz habló de la importancia que tiene el cumplir los lineamientos para hacer dicha actividad.
“Cuando las ballenas están relajadas la lancha se debe de aproximar a una distancia prudente de aproximadamente 50 metros, normalmente se apaga la máquina o se pone en punto muerto y de preferencia levantar la propela. El ballenato, que mide entre cuatro metros y cinco metros, se comporta como un cachorro y tienden acercarse a las lanchas”, instruyó.
El prestador de servicios debe tomar un curso de capacitación impartido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en el que les indican lo que deben hacer para no poner en riesgo a los especímenes, y el cómo reaccionar ante situaciones adversas.
Los lancheros deben evitar encarcelar a las ballenas para evitar los propelazos, y navegar entre 4 a 6 nudos, de preferencia no deben ser tocadas y cuando vean que los mamíferos se desplazan rápidamente es porque no quieren ser molestados.
“La ballena gris es la más amigable de todas, y la idea que más se vende es que las pueden tocar, pero el protocolo dice que no se debe de tocar, sin embargo se ha dado la oportunidad de que lo hagan pero bajo un estricto respeto”, así lo precisó el director del museo de la ballena.
Reiteró también, que el acoso a estos mamíferos no sólo afecta a los animales marinos sino también a la actividad turística de la que dependen cientos de familias en la media península.
Asimismo, Francisco Aragón Ruiz, quien es prestador de servicios turísticos en el puerto de Adolfo López Mateos, manifestó lo siguiente:
“Es avistamiento no jaripeo, no se trata de corretearlas ni de acosarlas, porque eso es acoso y debemos tenerles respeto. Además el permiso especifica que debe de haber cuatro o cinco pangas cerca de la ballena, pero al ver que ellas interactúan con las lanchas otros quieren acercarse y tentarlos, y a veces el cliente te hostiga y si no te arrimas hasta se enojan”.
Francisco Gómez también dijo que:
“A veces el mismo turista hace presión a los lancheros porque se sienten con todo el derecho y que ellos la tienen que tocar, pero porque así les vendieron la publicidad y no es lo correcto. Ahí es donde funciona la información previa, antes de subirse a la lancha les tienen que decir exactamente cuál es el protocolo”.
Normalmente la ballena gris suele ser muy amigable y se acerca a las lanchas para interactuar con las personas, pero al no ver esta situación algunas personas optan por perseguir a la ballena hasta llegar al hostigamiento.
De ahí la importancia de que los prestadores de servicios no deben hacer promesas a los visitantes para no crear falsas expectativas que después se conviertan en presión.