104 años del natalicio de Juan Rulfo
Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno nació en los Bajos de Jalisco el 16 de mayo de 1917, en la comunidad de Apulco perteneciente a San Gabriel.
Su abuelo construyó mucho ahí: la iglesia, el puente del río, entre otros. Después vino la guerra cristera, y el pueblo entero fue desplazado a San Gabriel.
La Guerra de los Cristeros fue un conflicto armado en México que se dio entre el Gobierno y las milicias de laicos, presbiteros y católicos que se resistían a la Ley Calles, que impulsaba la limitación y el control del culto católico.
La Constitución de 1917 negaba personalidad jurídica a las iglesias, prohibía la participación del clero en la política, prohibía a las iglesias a poseer bienes e impedía el culto fuera de las iglesias.
Ante este panorama, las iglesias cerraron sus puertas y el pueblo se levantó en armas.
Juan Rulfo dijo que con esta guerra, él y su familia perdieron todo lo que tenían, además de que la calificaba como una rebelión de origen matriarcal:
“Las mujeres hicieron la revolución cristera: ellas le decían a sus hijos, hermanos, esposos… si no peleas por Dios, es una ofensa muy grande. (…) Ellas eran las intermediarias entre el hombre y el pistero. Eso lo dejó pasar por alto el Gobierno Federal, y mientras las mujeres se movían libremente por el campo, pues era difícil terminar con la rebelión”.
En los primeros meses de la revolución, su padre y abuelo murieron; unos años después, su madre también. Estos hechos marcaron su infancia pues tuvo que vivir en un orfanato, el cual describía como una correccional.
“La disciplina era terrible, el sistema era carcelario. Solo aprendí a deprimirme. Fueron las épocas donde me encontré más solo”.
Juan Rulfo y la soledad
Fue su pasado lo que lo llevó a ser una persona seria, un hombre que pocas veces se reía. En las pocas entrevistas que Rulfo dio, siempre refirió que prefería estar completamente solo, no le gustaba estar rodeado de gente.
Esto fue el detonante para la creación de sus personajes.
En una entrevista para Radiotelevisión Española llevada a cabo por Joaquín Soler Serrano, Rulfo mencionó que le parecía impresionante el poder conocer gente que parecía pacífica pero con un pasado muy grande de violencia.
Rulfo hacía hincapié en que el proceso de creación de un escritor no era tomando las cosas de la realidad, sino de la imaginación.
“Estos personajes me los he grabado y los he recreado, imaginándolos como yo habría querido que fueran”.
Incluso la manera de hablar de los personajes es inventada, lo cual es impresionante tomando en cuenta que la descripción que hace sobre los protagonistas es una de las mayores virtudes de su obra, y ni siquiera les dio un rostro.
“Se quería hacer una revista literaria dedicada a “El llano en llamas”. Querían fotografiar la zona, la región. Nunca se encontró el paisaje. Los personajes no tienen rostro, es gente común y corriente, no hay nada especial”.
Su historia laboral
Juan Rulfo estudió contabilidad como una especie de “muleta” que le permitiera trabajar y seguir estudiando otra carrera. También cursó Literatura.
En 1933 se muda a la Ciudad de México, donde comienza a laborar como agente de migración. Estaba a cargo de la distribución de las tripulaciones de los barcos alemanes e italianos que se refugiaban en los puertos mexicanos. También fue vendedor de neumáticos.
La primera novela que escribió fue en 1940 que trataba sobre la Ciudad de México, sin embargo no le gustó el resultado y la destruyó. Rulfo contó que intentó publicar una parte del escrito, y le envió a Juan Rejano un capítulo para que lo publicaran en la revista “Romance” pero nunca fue publicado “por malo” (palabras de Juan Rulfo).
En 1953 publicó la obra maestra de la literatura “El llano en llamas”, un libro que recopila una serie de maravillosos cuentos y que lo llevó a consolidarse como el gran escritor que es. Dos años después nació su otra gran obra “Pedro Páramo”.
Cuando le preguntaban sobre una nueva novela, él respondía:
“Ahí voy, medio trabajando en ella”.
Juan Rulfo, el fotógrafo
El mundo del arte fotográfico exige cierta sensibilidad al arte, y Juan Rulfo la poseía.
En su trabajo como vendedor de neumáticos para la firma Goodrich Euzkadi tuvo que viajar mucho, y es cuando comienza a tomar fotografías. Sin embargo, fue mientras escribía El llano en llamas y Pedro Páramo que tomó tan impresionantes imágenes.
Así fue Juan Rulfo, uno de los máximos exponentes de la literatura hispanoamericana: agente migratorio, vendedor de neumáticos, escritor y fotógrafo. Nos dejó un gran legado literario, y es por ello que hoy lo recordamos a 104 años de su nacimiento.