Paciente desahuciada acusa al IMSS de negligencia

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La Paz.- “Me desahuciaron, me mataron el alma”, fueron las palabras de Lourdes Avilés Márquez, mujer de 35 años en La Paz, quien hoy se encuentra postrada en cama tras ser diagnosticada con cáncer terminal, pero como resultado de negligencia médica, afirma.

Tras varios procesos quirúrgicos, el pasado 8 de febrero médicos del Hospital General de Zona y Medicina Familiar número 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en La Paz, le dijeron a Lourdes que “ya no podían hacer nada por ella”, que “no podían cerrar una fístula” por donde drena heces y otros líquidos, que “ya no requería quimioterapias” y que sólo le quedaban de “uno a tres meses de vida”, por lo que le recomendaron irse a su casa “a descansar”.

“Me mataron el alma, mis ilusiones, porque de repente decirle a la doctora ‘¿qué me pasó?’, y me dice, ‘es que no te pude cerrar’, ‘pero, ¿por qué?, si usted me había prometido que me iba a cerrar, me van a dejar un conducto nada más para que drenara todo eso’, y me dice que no, porque estoy invadida de cáncer y que no pudieron hacer nada más y que me quedaban unos meses de vida, que los disfrutara en mi casa; pero Dios tiene la última palabra, pero esas palabras de la doctora López me destrozaron el alma, me hirieron tanto, pero la vida sigue y vamos a echarle ganas”, narró.

Esto, dijo, la llenó de tristeza e impotencia, pues platicó que la primera la operaron le dijeron que le darían dos quimioterapias para descartar cualquier residuo; pero nunca se las dieron. Cuando la doctora la desahució, Lourdes tuvo una crisis nerviosa, fue sedada para calmarla.

Días después, la dan de alta diciéndole que “ya podía trabajar”. “De hecho, el mes pasado cuando había ido con el doctor Samperio me dijo ‘es la última incapacidad que te voy a dar, son 30 días, para que te vayas a trabajar’; y, ahora, ya estoy condenada a muerte”, contó.

La historia

Lourdes y su mamá contaron que en mayo del 2019 ella comenzó con un dolor en su costado derecho del abdomen, acudió al médico y sólo lo calmaban con sueros y ketoroloco; así estuvo por un tiempo hasta que éste fue insoportable.

Fue internada varias veces. Después tuvo una hemorragia rectal, recibió transfusiones. Lo que dijeron era que tenía un pequeño tumor. “Le hicieron estudios y estudios de toda clase, hasta que las cosas se agravaron”, platicó su mamá.

La hicieron una biopsia que tardaría “tres meses” en saberse lo resultados; mientras, ella continuaba con los dolores. “No le tomaron mucha importancia en el Seguro”, añadió su mamá.

En noviembre la internan nuevamente porque, para ese tiempo, “se infló, empezó con vómito y vómito; le dolía mucho, le pusieron una sonda por la boca y llenaba las bolsas de un líquido amarillo horrible que apestaba. Al otro día salieron con que la iban a operar. La operaron, le quitaron la mitad del intestino grueso.

Primero la iba a operar el doctor Napoleón, pero nunca llegó; después la operó el doctor Rojo, al día siguiente salió de vacaciones y ya no lo volvimos a ver”, narró la madre.

“De noviembre a enero yo ya estoy invadida de cáncer, y a mí se me hace ilógico, no creo o no dejo de creer en los diagnósticos, pero dos meses para expandirse así tan a ese grado, no creo; yo digo que no supieron qué hacer con mi cuerpo. Fueron malos”, resaltó Lourdes.

A Lourdes le dejaron una abertura en el abdomen de unos 20 centímetros de largo; tiene, además, una colonoscopia por donde drena sus desechos. El IMSS sólo le dotó de las bolsas para éstos. “Es como si yo fuera un animalito que ella no tiene nada que hacer aquí”.

Contaron que, cuando Lourdes iba a consulta, mencionaba que tenía un punto que no cerraba y preguntaban qué pasaría, pero el médico que la atendía no la inspeccionaba, “sólo de lejos y decía que estaba bien”.

Finalmente, el punto de la cirugía se reventó con heces y sangre, por lo que tuvo que ser internada de nuevo. Platicaron que “la metieron a cirugía, pero ella salió igual abierta con fisura. Y de ahí, ya, la diagnosticaron que tiene cáncer. Que no le pudieron cerrar porque ya está invadida de cáncer”, dijo la mamá.

Al darle de alta, platicó la mamá, la mantuvo tres días más en el hospital, pero asegura que nadie la atendía, solamente la cambiaban la solución de suero, “a ella no le cambiaron la cama en los días que estuvo ahí”.

Acusa la mamá que tampoco les quieren dar el expediente clínico, que para eso tienen que hacerlo vía un notario público. Incluso, señalan, fue dada de baja en el sistema.

Hoy, sin atención médica, ella y su familia tienen que solventar los gastos que requiere; o bien, de personas que “le echan la mano” con medicamentos o insumos para limpieza quirúrgica como gasas, vendas, entre otros. Casi no puede comer alimentos sólidos y, líquidos, es poco.

Su mamá no puede trabajar por estar al pendiente de ella y sus hijos; además, tiene que realizarle curaciones hasta seis veces diarias.

Aun en su condición, Lourdes asegura sentirse optimista. Junto con sus hermanas y mamá buscan respuesta por parte de los médicos y autoridades. “Lucho por donde sea”, dijo.

Comentó que, si llegara a faltar, quiere que sus tres hijos, de 13, 10 y 5 años queden pensionados. También, no quiere que otras personas pasen por lo mismo. Ellos le piden que le eche ganas.

“Le estoy echando ganas, pero también quiero justicia, porque no me merezco estar de 35 años postrada en una cama por culpa de ellos, porque fue por culpa de ellos, toda esta situación fue por culpa de la negligencia médica que me han causado”.

Consideran que, si desde un principio hubieran detectado, operado o aplicado las quimioterapias, no estarían en dicha situación.

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