Otorgan el Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado, líder opositora venezolana

María Corina Machado, líder opositora venezolana, fue galardonada este viernes con el Premio Nobel de la Paz 2025, en reconocimiento a su persistente lucha por “mantener encendida la llama de la democracia frente a una oscuridad creciente”, según anunció el Comité Noruego del Nobel desde Oslo. La distinción recae en una figura política que, pese al exilio forzado y la persecución del régimen de Nicolás Maduro, ha insistido en una transición pacífica y en el poder del voto como única vía legítima de cambio.
El Comité elogió a Machado por “promover los derechos democráticos del pueblo de Venezuela” y por encarnar, en palabras de su presidente Jørgen Watne Frydnes, los tres principios fundacionales del premio de Alfred Nobel: fraternidad entre las naciones, rechazo a la militarización y promoción de la paz mediante el diálogo. Frydnes subrayó que la líder opositora “ha cohesionado a la oposición, se ha negado a rendirse ante la represión y ha defendido sin ambigüedades la vía civil y democrática”.
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Machado, nacida en Caracas en 1967 y formada como ingeniera industrial, irrumpió en la política venezolana en 2002 al fundar Súmate, una organización civil dedicada a vigilar elecciones y promover derechos políticos. Su lema —“votos en vez de balas”— se convirtió en una declaración de principios frente a la militarización creciente del Estado venezolano. Desde hace meses, permanece escondida tras ser acusada de incitar a la desobediencia tras las elecciones de 2024, en las que denunció fraude y represión.
Al recibir la noticia en la madrugada, la opositora dijo entre lágrimas: “Oh Dios mío… no tengo palabras. Esto es un logro de toda una sociedad. Yo solo soy una persona. Ciertamente no merezco esto”. La entrega oficial está prevista para diciembre en Noruega, aunque el Comité ha advertido que su asistencia dependerá de “condiciones mínimas de seguridad”, dado el riesgo que enfrenta en su país.
Expertos en paz y relaciones internacionales coincidieron en que el reconocimiento va más allá de Venezuela. Para Nina Græger, directora del Instituto de Investigación para la Paz de Oslo (PRIO), este galardón “es ante todo un premio a la democracia”, un recordatorio de que “la paz duradera se construye sobre los cimientos de instituciones libres y responsables”. En un momento de retroceso autoritario global, el caso venezolano resalta como símbolo del precio que pagan quienes defienden las urnas sobre las armas.
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Desde el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), su director Karim Haggag interpretó la decisión del Comité como una advertencia mundial: “El Nobel quiso enfatizar que sin democracia no hay estabilidad. Este premio llega en una era donde los valores democráticos están en retirada y la violencia política gana terreno”.
El Nobel de la Paz ha sido históricamente una declaración política tanto como moral. En años recientes, el Comité ha elegido premiar causas que reflejan sus preocupaciones por las amenazas a la humanidad. Si en 2024 reconoció a los sobrevivientes de Hiroshima frente al riesgo nuclear, en 2025 eleva a María Corina Machado como símbolo de resistencia civil ante la deriva autoritaria en América Latina. El mensaje, contundente y global, es que la democracia —por frágil que parezca— sigue siendo la más difícil, pero también la más necesaria de las victorias.
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