Checo Pérez acelera el proyecto Cadillac en su segundo test en Imola rumbo al 2026

Todo esto forma parte de una ruta crítica donde cada avance desbloquea el siguiente, y en la que Pérez, como él mismo admite, “tiene más tarea que un niño antes de los exámenes finales”
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El regreso de Checo Pérez a un monoplaza de Fórmula 1 ya no es un anuncio mediático, sino una fase tangible de preparación. El piloto mexicano completó en Imola su segundo día de pruebas con Cadillac, una sesión que no solo pule su reencuentro con la categoría, sino que confirma el ritmo contrarreloj de una escudería que debutará en 2026 y que aún construye su primera máquina. Cada kilómetro importa, porque el proyecto arranca desde cero y todo —del auto al equipo humano— está en formación.

La jornada en Italia mostró la dimensión técnica del reto. Pérez, sin un monoplaza propio para entrenar, se subió nuevamente a un Ferrari SF-23, vehículo utilizado como plataforma de pruebas debido a que Cadillac no posee autos antiguos para entrenamientos TPC. En total, giró 91 vueltas —equivalentes a 447 kilómetros— con un mejor tiempo de 1:17.27 y un promedio de 1:22.47 en neumáticos duros. Estos datos, obtenidos según Motorsport, dan contexto al proceso: es apenas la segunda vez que Checo maneja un F1 desde Abu Dhabi 2023, antes de su salida de Red Bull.

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El ángulo principal del proyecto Cadillac es su naturaleza de escudería debutante, un factor que obliga a una pretemporada más compleja de lo habitual. Mientras Ferrari desarrolla la unidad de potencia que utilizarán en 2026 —en espera de que General Motors fabrique su propio motor a partir de 2029—, el equipo trabaja desde Charlotte y Silverstone en los primeros prototipos del monoplaza. El siguiente gran hito técnico será el encendido del motor en diciembre, un momento simbólico y logístico clave para que el auto ingrese a la fase de validación.

En paralelo, Checo enfrenta una agenda física y técnica diseñada para reconstruir su cuerpo para la F1 moderna. Someterse de nuevo a fuerzas G extremas, altas temperaturas y cargas de tensión muscular requiere una preparación minuciosa, guiada por sus entrenadores Jo Canales y Xavi Martos, y supervisada por la nutrióloga Beatriz Boullosa. El cuello, siempre el músculo más crítico para un piloto, debe readaptarse a un esfuerzo que solo puede entrenarse manejando. De ahí la insistencia en combinar gimnasio, trabajo aeróbico y sesiones intensivas en simulador.

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El simulador, de hecho, es la otra mitad del proyecto deportivo. Cadillac cuenta con cuatro pilotos de desarrollo —Colton Herta, Pietro Fittipaldi, Simon Pagenaud y Charlie Eastwood—, pero la experiencia de Pérez y su compañero Valtteri Bottas será la brújula final para el ajuste mecánico y aerodinámico. Ahí, las pruebas de límite, los ciclos de prueba-error y el análisis de datos permiten a los ingenieros definir los primeros trazos de un auto que aún no existe físicamente en su versión final.

A ello se suma el entrenamiento operativo, otro elemento crítico para una escudería nueva. Checo deberá practicar entradas y salidas de pits, afinar la coordinación con el pit crew y ensayar cambios de neumáticos en condiciones reales, porque la coreografía de unos segundos suele definir carreras completas. En una temporada en la que todo será nuevo —equipo, auto, procesos, ingenieros de carrera—, la comunicación técnica será tan importante como la velocidad en pista.

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La fase práctica no se agota en Imola. Cadillac deberá adquirir un Ferrari de al menos dos años de antigüedad para continuar los tests permitidos, los cuales podrán realizarse en cualquier pista antes de que inicie la pretemporada formal. La secuencia oficial arrancará del 26 al 30 de enero en Barcelona, seguirá del 11 al 13 de febrero en Baréin y cerrará con un segundo bloque en ese mismo circuito del 18 al 20. Solo entonces llegará el regreso formal de Checo a la parrilla, durante las prácticas del GP de Australia del 8 de marzo.

El proceso incluye además la creación del asiento personalizado —moldeado literalmente al cuerpo del piloto— y el ajuste de ergonomías dentro del cockpit, un procedimiento que solo se completará cuando el monoplaza esté ensamblado. Todo esto forma parte de una ruta crítica donde cada avance desbloquea el siguiente, y en la que Pérez, como él mismo admite, “tiene más tarea que un niño antes de los exámenes finales”.

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