Este 6 de octubre tendremos una superluna en México

La noche del 6 de octubre de 2025, México será testigo de uno de los fenómenos más emblemáticos del calendario lunar: la Luna de la Cosecha. A las 21:47 horas, el plenilunio alcanzará su punto máximo y teñirá el cielo de tonos anaranjados y dorados que marcarán la llegada plena del otoño. Este evento, más que un espectáculo astronómico, representa un puente entre la ciencia y la tradición, una herencia luminosa que ha guiado al ser humano desde que la agricultura definió su relación con el tiempo.
La llamada Luna de la Cosecha es única entre las lunas llenas del año. Su particularidad radica en que aparece más temprano y se eleva durante varios días consecutivos casi al mismo tiempo del atardecer, creando un resplandor constante que, en la antigüedad, permitía a los agricultores extender sus jornadas de trabajo sin necesidad de fuego o antorchas. Así nació su nombre: un tributo a la temporada de abundancia que cerraba el verano y daba paso al descanso de la tierra.
En el hemisferio norte, este plenilunio es también una señal del cambio de ritmo natural. El Sol desciende más bajo, las sombras se alargan y el aire comienza a enfriarse. Sin embargo, la Luna, en su plenitud otoñal, parece desafiar ese descenso, encendiendo el cielo con un resplandor cálido que invita a mirar hacia arriba y detenerse. Cada año, astrónomos, fotógrafos y soñadores la esperan con la misma emoción, conscientes de que su magia combina precisión orbital con una belleza casi poética.
Conocida en inglés como Harvest Moon, esta luna fue popularizada por los almanaques rurales del siglo XIX, aunque su historia es mucho más antigua. En China, coincide con el Festival del Medio Otoño, donde las familias comparten pasteles de luna para celebrar la unidad y la gratitud. En Corea del Sur, la festividad de Chuseok tiene un significado similar, mientras que en Norteamérica las tribus originarias la llamaban “Luna de Maíz” o “Luna de la Cosecha del Maíz”, reflejando la temporada agrícola que garantizaba su sustento.
En México, la Luna de la Cosecha conserva ese espíritu de gratitud. Aunque las ciudades ya no dependen del calendario agrícola, el campo aún vibra con su influencia: es época de maíz, calabaza y chile, ingredientes que definen la cocina otoñal y las ofrendas que pronto llenarán los altares del Día de Muertos. En muchas comunidades rurales, aún se agradece a la tierra con rituales que mezclan cosmovisiones prehispánicas y católicas, recordando que la abundancia no solo se mide en frutos, sino en equilibrio con la naturaleza.
Culturalmente, octubre es un mes de tránsito y contemplación. Terminan los días calurosos y comienzan las noches frescas que anuncian la cercanía de las celebraciones dedicadas a los ancestros. Por eso, la Luna de la Cosecha se percibe como un preludio espiritual: una lámpara celeste que abre el camino hacia el recuerdo, la introspección y la conexión con los ciclos que nos superan.
Observarla será sencillo pero inolvidable. Bastará con mirar hacia el este poco después del atardecer, cuando la Luna ascienda sobre el horizonte con un brillo anaranjado que, a medianoche, se tornará blanco intenso. En zonas rurales, el espectáculo será más profundo, pero incluso en las ciudades mexicanas, si el cielo está despejado, el efecto visual conservará su encanto. A través de binoculares o a simple vista, la Luna de la Cosecha revelará lo que siempre ha simbolizado: el diálogo constante entre el hombre y el cielo, una conversación milenaria que sigue iluminando la noche otoñal de México.
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