Tecla 7/6 SIN EXCEPCIONES

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La experiencia de las inundaciones en Tabasco emplazó al presidente André Manuel López Obrador a pronunciarse por un plan de desarrollo urbano por que dijo, “afectan los sistemas de agua, o sea, hay mucha agua, pero al mismo tiempo se destruyen las líneas de agua y se carece de agua para el consumo humano, se destruyen drenajes, se destruyen los pavimentos. Entonces, es un plan integral”. Casi hablando por Los Cabos, que se encuentra en medio de la ruta ciclónica, con miles y más miles de vidas en zonas de riesgo. Pero, han pasado los días y el Ayuntamiento de Los Cabos no le ha tomado la palabra al presidente López Obrador para que se proceda en consecuencia con el destino, en el que la creciente marginación urbana hace exhibir pobrezas en el plan de desarrollo urbano local.
    Lo que pasa en Tabasco tiene sus realidades en otras partes, como Los Cabos. La presidente municipal Armida Castro debería de ser puntual ante realidades que se dan y que conllevan riesgos para la propia población.
    El organismo federal de la Comisión Nacional del Agua  se ha mantenido al margen, omisa, de las superficies que deberían de ser su propiedad o responsabilidad. No sólo han persistido en estas superficies de riesgo invasiones, sino la liberación de permisos para la construcción de edificios habitacionales con miles de créditos del Infonavit autorizados en los mismos.
    Cómo emplazar un plan de desarrollo urbano sin dar certeza a vidas y bienes. A no ser de la simulación con lo que se tiene de Desarrollo Municipal, autorizando edificios habitacionales sin antes plantear y exigir infraestructura de pavimentación. Si la Alcaldesa cabeña no lo sabe, que se dé una vuelta de cómo se está dando el desarrollo de construcción a un costado de Costco –por citar—con parches de pavimento y grandes extensiones de terracería y por cuya área en continuo crecimiento, no hay drenaje ni líneas de agua potable. 
Y sin planeación integral dado que no se están dando nuevas alternativas viales, que no sea el desemboque vehicular en las calles laterales, precisamente de Costco al puente del arroyo El Chaparro. En El Tezal más construcciones, cero pavimentación. Qué clase de plan de desarrollo no concibe los mínimos de infraestructura urbana. Las omisiones de hoy, son parte de la continua siembra para la anarquía. La misma pérdida de la calidad de vida.
    Lo impactante de Tabasco –y que llevó a una airada confrontación del gobernador  Adán Augusto López, con el director general de la CFE, Manuel Bartlett, en la que finalmente,  se impuso el funcionario federal con toda y aquella soberbia expresión del “me da risa” de la presunta denuncia en su contra del mandatario tabasqueño—provocó ese pronunciamiento presidencial de un plan de desarrollo urbano e integral. 
    Al igual que Tabasco se encuentra expuesto a cada temporada de lluvias, aquí en Los Cabos se está en riesgo a cada temporada ciclónica.
    La planeación urbana tiene que darse con sentido de responsabilidad pública. Y a la par con partidas económicas.
   De ahí la importancia que la comuna cabeña le tome la palabra al presidente López Obrador sobre desarrollo urbano. Sin lealtad ciega.
    Aquí también, hace falta un efectivo plan de desarrollo. A muchos les quedó la idea que los trabajos del libramiento carretero  Cabo San Lucas-Aeropuerto fueron causa del brutal desvío y desborde de agua que enterrara el puente del arroyo El Chaparro, enterrara viviendas y negocios y dejara literalmente desaparecida la carretera a cuatro carriles a la altura de Waltmar. Ya no se diga la impresionante expansión de los asentamientos humanos hacia los arroyos, que por estas fechas se encuentran secos, hasta que llega el verano con los huracanes. Estos asentamientos humanos o nuevas colonias, sin mínimo de servicios y obras públicas; no hay reserva territorial municipal.
     A cada lluvia sin potencial relevante, el bulevar Lázaro Cárdenas se inunda. Y a cada lluvia botan las pestilencias. No llega a haber abasto de agua potable en los hogares, pero sí pestilentes olores ante visitantes y avecindados.
    La tan cacareada segunda desalinizadora no va a ser agua para todo Los Cabos. El sólo insistir local de la obra exhibe la falta de acción integral, cuando a numerosos hogares se les abastece cada dos o tres semanas. Una segunda desalinizadora se da en contradicción cuando se tiene a otra que no alcanza los niveles de producción de 400 litros por segundo. 
Y así se le va a dejar. Cuando se dé la segunda desalinizadora es posible que la sed haya aumentado, dado el severo crecimiento demográfico local, y quién sabe cómo estén de castigados para entonces los pozos de Santa Anita. Aparte que se tienen estudios e indicadores de hecho publicados en el 2015 en el Diario Oficial de la Federación -DOF—sobre el déficit de agua local.
    Desarrollo urbano no como membrete, sí como certeza a una vida digna con adecuada infraestructura urbana. Sin excepciones.