Vuelven a clase en Miami en plena polémica por uso de cubrebocas
Es el primer día de clase en Miami. La banda toca sin parar y las animadoras ejecutan una coreografía para recibir a los alumnos. Todos llevan mascarilla, un motivo de disputa entre las autoridades de Florida y las escuelas tras el repunte de la pandemia en Estados Unidos.
Son las siete de la mañana. A la entrada de la escuela secundaria Barbara Goleman, algunos estudiantes se sacan selfis, sonrientes. Otros, menos entusiastas o tal vez más dormidos, caminan arrastrando los pies.
“Estoy un poco nervioso, pero muy emocionado”, dice Angel Rosanilla, un alumno de 17 años. “No he estado en la escuela desde hace año y medio, así que estoy contento de volver”.
El centro escolar reabrió sus puertas este lunes como todos los establecimientos del distrito de Miami-Dade -el cuarto con más alumnos de Estados Unidos-, tras un año de clases virtuales por culpa del covid-19.
Con el reciente aumento de los casos en el estado, algunos distritos escolares decidieron obligar a los estudiantes y a su personal a llevar mascarillas en la vuelta al colegio, siguiendo las recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.
La decisión no gustó al gobernador de Florida, Ron DeSantis. El republicano se ha negado desde el principio de la pandemia a imponer los tapabocas en el estado, porque considera que la medida atenta contra la libertad individual.
El 30 de julio, firmó una orden ejecutiva para impedir que las escuelas impusieran las mascarillas. Pero siete distritos escolares, incluido el de Miami-Dade, han ignorado la ley y seguido adelante con sus planes.
El gobierno estatal contratacó. El viernes, dio 48 horas a dos de los distritos rebeldes para acatar la orden de DeSantis. Si no lo hacen, se les retirarán fondos equivalentes a los salarios de los miembros de sus juntas directivas.
– “Es bueno protegerse” –
Alberto Carvalho, el superintendente del distrito de Miami-Dade, defiende su decisión sobre los tapabocas. “Esto no es un símbolo político, es una medida de precaución, de prevención”, asegura el lunes por la mañana, durante su visita a la escuela Barbara Goleman.
Los alumnos del centro parecen resignados a cumplir la norma. Ahora les importa sobre todo volver a las aulas, aunque eso signifique tomar precauciones.
A Rosanilla, que empieza su último año de secundaria, no le importa tener que llevar tapabocas. “Los casos han vuelto a subir, así que es bueno protegerse”, opina.
Otro alumno, Ryan Alu, coincide con él. “El año pasado fue muy complicado y espero que, al volver aquí, las cosas cambien”, dice. “Va a ser incómodo llevar mascarilla, pero entiendo la decisión”.
– Una batalla legal –
En su disputa con las escuelas, DeSantis afirma defender la libertad de los padres para decidir lo que es mejor para sus hijos.
Mayuli Flancebo, madre de un alumno del centro Barbara Goleman, sabe lo que quiere para el adolescente.
“Uno se siente más seguro si todos llevan mascarilla”, dice la mujer de 38 años. “Estamos nerviosos, preocupados por el alza del coronavirus. Esperemos que no empiecen otra vez las cuarentenas”.
En condados de Florida donde las clases empezaron antes que en Miami, miles de estudiantes tuvieron que permanecer en cuarentena tras contagiarse o estar en contacto con enfermos de covid-19.
Los distritos escolares rebeldes han recibido varios apoyos en los últimos días.
Un juez del condado de León, donde se encuentra la capital estatal, Tallahasee, estudia desde este lunes la demanda presentada por un grupo de padres contra la orden del gobernador.
Según ellos, el texto vulnera un artículo de la Constitución de Florida que garantiza “un sistema uniforme, eficiente, seguro y de alta calidad” para las escuelas públicas.
La semana pasada, el presidente Joe Biden también irrumpió en la batalla. “Haremos todo lo posible para apoyar a los distritos escolares locales en la reapertura segura de las escuelas”, tuiteó.
El mandatario prometió asimismo usar un fondo federal “para cubrir los salarios de los valientes miembros de la junta escolar de Florida, los superintendentes y otros educadores que mantienen” a los niños a salvo.