Caminaron más de 680 kilómetros para cumplir una promesa a los santos

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Hace cuatro años el hijo menor de Edrulfo Romero fue diagnosticado con encefalitis por herpes tipo 1. Mientras estaba internado en un hospital de la capital del estado entró en coma, el diagnóstico era desolador y fue entonces cuando impulsado por un acto de fe pidió a los santos por el bienestar de su pequeño e hizo una promesa.

“Hubo un médico que me decía, -Estamos esperando que tu hijo fallezca, sabes que viene muy malo, no creemos que la vaya a librar- En ese momento a uno se le acaba todo, el orgullo, cambian las formas de ver las cosas. Había una capilla adentro de la clínica, nos acercamos y prácticamente caí de rodillas y pedí por mi niño, que me lo dejaran con vida más tiempo, estaba San Judas, estaba la virgen de Guadalupe y San Charbel, y les pedí que si me apoyaban en ello yo caminaría desde Guerrero Negro hasta la capilla de San Charbel”, recordó. 

Finalmente, Edrulfo, cumplió su palabra este martes, luego de caminar más de 680 kilómetros desde su casa en Guerrero Negro, hasta la Capilla de las Madres Adoratrices en la ciudad de La Paz. Pero el trayecto no lo hizo solo, siempre estuvo a su lado Carlos Álvarez, que de ser un viejo conocido se convirtió en su compañero de lucha.  

Recorrer casi toda la media península les tomó 17 días, y sólo se detuvieron el viernes santo en San José de Gracia, Mulegé. Juntos enfrentaron varios retos, desde malestares físicos y desencuentros hasta terrenos difíciles.

“El segundo día fue el más pesado, nos aventamos 65 kilómetros caminando en casi 16 horas. Otro tramo que nos pesó machín fue San Juanico – Las barrancas, ahí fueron 45 kilómetros, pero gracias a Dios todos los días nos levantábamos con un nuevo reto, sí estamos amolados de los pies, cansados, pero pues con la mente firme en nuestra meta”, así lo comentó Carlos Álvarez.

Al final de su trayecto agradecen a todas las personas que los apoyaron durante el camino, los familiares de Edrulfo que los acompañaron en dos vehículos durante algunas partes del recorrido, y quienes les abrieron las puertas de sus casas. 

Hoy en día, su hijo continúa en recuperación pero tras años de terapia ya puede caminar, mover sus brazos y comunicarse, e incluso acompañó a su padre y a su amigo en algunos trayectos hasta donde las fuerzas le permitían hacerlo.