“¿Con qué fin, qué pretende?”
Inexorablemente el exceso de responsabilidades dadas a ejército mexicano, completamente fuera de sus obligaciones constitucionales y con los presupuestos abiertos sin un control adecuado, seguro iban a ocasionar conflictos de corrupción, como está sucediendo.
Lo estamos viendo con información filtrada del mismo secretario de la defensa, con sospechas de abuso en viajes familiares y adquisición de un condominio de lujo con un precio aproximado de 30 millones de pesos, completamente excedido de su capacidad económica como servidor público, y aparentemente comprado a un proveedor de Sedena, según información de informaciones publicadas.
Esta información es de noticias de investigadores de organizaciones en contra de la corrupción que tendrán que comprobarlo.
Ante la opacidad con la que se han llevado los proyectos “emblemáticos”, surgen dudas del manejo de los dineros y de los contratos, ya que se han ejecutado sin ningún control presupuestal y aumentando todos ellos en más del 100% del presupuesto inicial considerado.
“Ante el cofre abierto hasta el más honrado peca”, dice un refrán popular.
Los militares son seres humanos con las mismas tentaciones si existen obras que por su urgencia y carácter de “seguridad nacional”, se pierde muy fácilmente el control del dinero y llega la corrupción como ejercicio diario y fácil.
Mientras más responsabilidades se les dé, más se va a deteriorar la tradición del ejército como un cuerpo leal y entregado a la preservación de la seguridad de la patria y sus instituciones y López Obrador está echando a perder esa tradición que siempre ha sido un orgullo nacional.
La disciplina militar impide las manifestaciones de rechazo a todas esas nuevas ocupaciones completamente fuera de su capacitación militar e imagen tradicional del cuerpo armado.
Algunos generales en retiro sí han manifestado su descontento como miembros de las fuerzas armadas.
Pero ante todos estos hechos inéditos de este gobierno la pregunta es:
“¿con qué fin, qué pretende?”.