Conoce la tradición culinaria que marca la Navidad en Baja California Sur
En Baja California Sur, la temporada decembrina no solo resalta por las reuniones familiares, sino también por una rica tradición gastronómica que refleja las raíces culturales de la región. Platillos como los buñuelos bañados en miel de piloncillo y canela, o los tamales de carne de puerco acompañados de sopa fresca, son el centro de las celebraciones navideñas, uniendo a las familias en torno a sabores que han pasado de generación en generación.
Aníbal Amador Castro, intérprete del patrimonio sudcaliforniano, recordó cómo, a principios del siglo XX, las cenas decembrinas se servían puntualmente a las 8 de la noche en las antiguas casonas del hoy centro histórico de San José del Cabo. Esto daba tiempo a las familias para asistir al tradicional baile que comenzaba a las 10 en el edificio de la alcaldía, ahora conocido como Palacio Municipal. Estas costumbres no solo celebraban las festividades, sino que fortalecían los lazos comunitarios en un ambiente lleno de historia y cultura.
“El menú de aquella época podía incluir los tradicionales buñuelos bañados con miel de piloncillo o conocido localmente con “panocha” rendida con canela y gajitos de naranja o de limón. Como plato fuerte, podía ser gallina rellena o puerco al horno, por supuesto acompañado de tallarines o la hoy conocida sopa fresca. Además de estos elementos, a las mujeres se les daba de beber té limón o té de naranjo, mientras que a los caballeros podían disfrutar de un whisky, un oporto o coñac”, expresó el licenciado Aníbal Amador Castro, intérprete del patrimonio sudcaliforniano.
En aquellas épocas, según explicó Aníbal Amador Castro, intérprete del patrimonio sudcaliforniano, era común que las familias cabeñas colgaran una calceta o media esperando que “Santi Claus”, como se le decía localmente, dejara una pequeña sorpresa como una galleta, una muñeca u otro detalle típico de la época.
La gastronomía de la región destacaba por la preparación de carnes como puerco, chivo, borrego, guajolote o incluso caguama, cocinadas al horno, en pozolada, menudo o la tradicional birria. Los tamales de carne de cerdo o res, acompañados de frijol y sopa fresca, eran infaltables en las celebraciones. Este último platillo, con su característica aceituna y papa, sigue siendo un símbolo culinario en eventos como bodas, cumpleaños y quinceañeras, además de las festividades decembrinas.
“Estos tamales, por supuesto acompañados de frijoles y la imprescindible sopa fresca regional, los buñuelos de forma irregular que se hacen localmente eran consumidos secos o bañados con esta miel de piloncillo con canela y pedacitos de cítricos que le daban un sabor muy agradable. Sin embargo, no todo era opulencia y buena comida, porque durante la década de los años 60s y 70s, muchas familias de limitados recursos no tenían más festín que buñuelos con frijol, queso y una ollita de miel con piloncillo rendida con canela”, agregó.
En aquellos años, los niños disfrutaban de caramelos de anís, colación, galletas betunadas, cacahuates, naranjas y manzanas, productos que llegaban a la región sur de Baja California. Aunque los platillos tradicionales sudcalifornianos han perdurado, con el tiempo se han incorporado influencias estadounidenses, como el horneado de pavo, y del centro del país, como el ponche navideño, romeritos y bacalao, ampliando así el menú en las celebraciones de los nuevos cabeños.