DESAFÍOS DE AYER, HOY

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“Hay injusticia fiscal…con sed y más asentamientos humanos en zonas de riesgo. El desafío advertido hace cuatro años en el encabezado principal de Tribuna, como un fantasma que no se va”.

La presidente municipal Armida Castro anuncia abasto de agua potable los siete días de la semana. El discurso a futuro, no tiene nada que ver con el presente. Se trata de la segunda planta desalinizadora de Cabo San Lucas, como para el 2022 y, debería de precisarse en el discurso oficial, que será sólo para un conglomerado de colonias; mientras en el presente y en el último año del actual trienio seguirá el desabasto con un sistema operador del agua potable que ha dejado que el tiempo y sus trienios exhiban una infraestructura obsoleta y cara.    El agua que no llega a hogares y el ingreso que no se registra –de manera contradictoria con el déficit en la operación del organismo rector municipal del agua– tiene que ver con fugas, o robos o conexiones irregulares en las líneas de abasto. Vamos, se habla de la segunda desalinizadora con 5 mil 200 millones de pesos, pero nada se dice –ni cuestionó la mayoría morenista en el Congreso sudcaliforniano—de la primera desalinizadora en cuanto a su costo, si es un “elefante blanco”, por qué una segunda desalinizadora y no hacer eficiente la primera.  
    El 14 de octubre del 2016, hace cuatro años, esta casa editora destacaba en Tribuna como nota principal en portada: Agua y planeación, desafíos en Los Cabos.
    No obstante, tal realidad pasó de noche en la administración municipal que presidiera Arturo de la Rosa, aun cuando el desafío era referido por el propio René Núñez, durante ese trienio responsable del Oomsapas. No se pudo resolver el desabasto, pero dejó la plataforma para llevar adelante la segunda desalinizadora en Cabo San Lucas.
   A dos años de la actual administración municipal que preside Armida Castro, el problema se ha recrudecido con el desabasto del agua potable. Y no hay indicadores que se vaya a resolver, acaso, volvió a tocarse como una solución –a futuro– el mismo  planteamiento de De la Rosa, sólo que ahora por el proyecto se le etiquetaron 5 mil 200 millones de pesos de inversión, lo que sin embargo no se concretará en este trienio.  
    El tiempo tardado para reaccionar con la segunda desalinizadora ha traído facturas de malestar social y denuncias de presuntos hechos de corrupción, como los que denunciara Héctor Torres, tras su salida de la gerencia en Cabo San Lucas del Oomsapas.
    Cuando aquella edición del 14 de octubre del 2016, se advertía en el encabezado principal dos temas fundamentales para el desarrollo local: agua y planeación. Pero, una administración después –que ya cubre dos tercios de su mandato—el agua sigue siendo un desafío. Y la planeación urbana mantiene una de sus asignaturas pendientes para con la sociedad, dada la anarquía en la expansión de la ocupación de las zonas de riesgo, que no sólo por seguridad en vidas y bienes no deberían de estar ocupadas, sino que exhiben la ausencia de los más elementales servicios y obras públicas. No es ningún atractivo –ni mucho menos orgullo alguno—cuando uno toma el libramiento de Cabo San Lucas al aeropuerto y se observa toda esa mancha urbana sumando una tras otra casas de cartón, o por igual, si uno quiere evitar la aglomeración vehicular de la ciudad lineal y atraviesa por el vado de Santa Rosa, en San José del Cabo.   La planeación urbana tiene heridas, incluso con la omisión o complicidad de instituciones como el Infonavit o el Fovissste, por liberar créditos habitacionales para viviendas en medio de arroyos. Todo un acto criminal no investigado ni perseguido.  
   Peor, cuando se habla de planeación urbana que queda, lamentablemente, sólo como discurso ante la contradictoria realidad en la que hasta se cita que Los Cabos tiene Instituto de Planeación. Al final de cuentas hay planeación pero no recursos. Debe de haber, también, una comisión de regidores de planeación y otra del agua. Si, lindezas formales, de escritorio.
     Un impacto severo a la calidad de vida local, es el inflexible crecimiento demográfico dado el imán que se ha convertido a nivel nacional Los Cabos para el trabajo. La oferta de fuentes de trabajo va a seguir, y por tal va a seguir la expansión humana en las zonas de riesgo. En Los Cabos hay sed. No hay reserva territorial municipal, que se les diga, entonces, a los que vienen por las noticias que dan los hermanos, los papás, los compadres, la tía, los ahijados, los sobrinos. Si hay trabajo, pero las condiciones de vida en zonas de riesgo o de invasión, no debería de ser en un polo de desarrollo económico, que es un negocio para la propia Federación por la divisas que genera, el ISR, el IVA. Y al negocio se le invierte para que deje más. Si se le saca y se le saca al negocio, sólo se le jode.Debería de haber una política fiscal por elemental sentido de certeza al desarrollo, de justicia fiscal a los polos de desarrollo económico, como Los Cabos. Cuántos de los veracruzanos, michoacanos, sinaloenses, oaxaqueños, chiapanecos, tijuanenses, de la Ciudad de México, guerrerenses, que ahora viven, vivimos, aquí estamos y registrados en nuestros lugares de origen, en aquellos estados en donde no vamos a requerir agua, educación, pavimentos, drenaje, vivienda, servicios y obras que ahora se demandan aquí.Hay injusticia fiscal…con sed y más asentamientos humanos en zonas de riesgo. El desafío advertido hace cuatro años en el encabezado principal de Tribuna, como un fantasma que no se va.

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