Detectan plomo en polvos de proteína de marcas populares: advierten riesgo por consumo prolongado

Un informe reciente encendió las alarmas en la industria de los suplementos nutricionales al revelar la presencia de plomo en varias marcas de polvos de proteína ampliamente comercializadas. Aunque los niveles detectados no representan un peligro inmediato, los expertos advirtieron que la exposición prolongada podría generar daños a la salud con el paso del tiempo. El estudio, elaborado por Consumer Reports, analizó 23 productos proteicos y encontró que más de dos tercios contenían más plomo por porción del que se considera seguro bajo la norma de California.
De acuerdo con el informe, algunos de los suplementos más vendidos —incluidos los de origen vegetal— superaron los 0.5 microgramos de plomo por ración, umbral que la legislación californiana considera preocupante para un consumo diario. El producto con el nivel más alto fue Vegan Mass Gainer de Naked Nutrition, con 7.7 microgramos, seguido por Black Edition de Huel, con 6.3 microgramos. Aunque las compañías aseguraron que sus productos cumplen con las regulaciones internacionales y no representan un riesgo para la salud, los resultados han puesto bajo la lupa la falta de control en la industria de suplementos alimenticios.
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Sana Mujahid, responsable de investigación de seguridad alimentaria en Consumer Reports, precisó que los hallazgos no implican un daño inmediato para los consumidores sanos, pero advirtió sobre los efectos acumulativos del plomo en el organismo. “Las personas están expuestas al plomo también a través de otros alimentos y el ambiente, por lo que el uso diario de estos productos aumenta la carga total del metal en el cuerpo”, señaló. En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) considera que los niños que ingieren más de 2.2 microgramos diarios y las mujeres en edad fértil que superan los 8.8 microgramos pueden desarrollar problemas neurológicos y reproductivos.
Expertos externos coincidieron en que los resultados son preocupantes. Stephen Luby, profesor de medicina en la Universidad de Stanford, calificó los hallazgos como “alarmantes” y lamentó que las empresas no supervisen mejor sus cadenas de suministro. Pieter Cohen, de la Facultad de Medicina de Harvard, afirmó que el problema va más allá de las marcas analizadas y refleja una falla estructural: la falta de regulación efectiva sobre los suplementos alimenticios, los cuales no se someten al mismo control que los alimentos o los fármacos.
El plomo es un metal altamente tóxico que se acumula lentamente en el cuerpo y puede almacenarse en los huesos durante años. Su presencia en los suplementos podría provenir del suelo y las aguas subterráneas donde se cultivan los ingredientes vegetales, aunque algunos niveles hallados superan lo atribuible únicamente a contaminación natural. Según Consumer Reports, los suplementos de origen vegetal tendieron a contener más plomo que los derivados de la leche o la carne, lo que sugiere un problema agrícola y de procesamiento más amplio.
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Las repercusiones del plomo son especialmente graves en grupos vulnerables como los niños y las mujeres embarazadas. Jenna Forsyth, directora del Proyecto Sin Plomo de la Universidad de Stanford, recomendó a las mujeres en gestación o que planeen un embarazo evitar los productos con los niveles más altos detectados. Aclaró que, aunque las dosis no sean agudas, la exposición crónica puede afectar el desarrollo neurológico del feto y causar retrasos cognitivos a largo plazo.
Frente a esta situación, los especialistas sugirieron optar por proteínas naturales provenientes de alimentos como legumbres, carnes magras o lácteos, y en caso de preferir suplementos, elegir aquellos con certificaciones de calidad emitidas por terceros, como USP o NSF. Además, advirtieron que ningún nivel de plomo debe considerarse completamente seguro y que la vigilancia regulatoria debe fortalecerse para evitar nuevas exposiciones inadvertidas.
El debate también reaviva la discusión sobre la confianza en los suplementos nutricionales, una industria que en Estados Unidos mueve miles de millones de dólares anuales y opera bajo estándares menos estrictos que los de la alimentación convencional. Como concluyó Luby, el público debería preguntarse si la dependencia en polvos de proteína justifica el riesgo potencial de ingerir metales pesados.
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