Trump y Japón logran acuerdo de USD 550 MMDD y sacude la economía global

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En una jugada que redefine el comercio internacional y sacude los cimientos de la economía global, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que Japón invertirá 550 mil millones de dólares (MDD) en territorio estadounidense, marcando lo que él mismo calificó como “el mayor acuerdo jamás logrado” entre ambas naciones.

El anuncio, realizado en la Casa Blanca ante medios internacionales, representa una victoria política y económica clave para la administración Trump, y un movimiento estratégico de alto impacto que se espera redefina el balance comercial del Pacífico.

El acuerdo contempla que Japón abra por completo su mercado a productos agrícolas estadounidenses, incluyendo el arroz, y a vehículos como autos y camiones fabricados en EE. UU., eliminando barreras históricas que por décadas fueron motivo de tensión.

A cambio, Estados Unidos aplicará una tarifa recíproca del 15 % sobre productos equivalentes provenientes de Japón, en lo que Trump llamó “justicia arancelaria”, sustituyendo su anterior amenaza de imponer un gravamen del 25 % sobre los automóviles japoneses.

La cifra final del 15 % fue producto de intensas negociaciones encabezadas por el secretario de Comercio Howard Lutnick, el secretario del Tesoro Scott Bessent y el principal negociador japonés, Ryosei Akazawa.

El impacto del anuncio no se limita al ámbito comercial.

Trump prometió la creación de “cientos de miles de empleos” en sectores clave como la manufactura, la infraestructura, la inteligencia artificial y la industria agrícola.

Según fuentes de la administración, hasta el 90 % de las ganancias derivadas de esta inversión se quedarán en manos estadounidenses, fortaleciendo el discurso de “América Primero” con el que Trump ha estructurado su segundo mandato.

El presidente no escatimó en elogios hacia el pacto, asegurando que “por primera vez, Japón juega con reglas que favorecen al trabajador estadounidense”.

Desde el lado japonés, sin embargo, la narrativa es más cautelosa.

El primer ministro Shigeru Ishiba, debilitado tras una reciente derrota electoral, ha enfrentado críticas internas por ceder ante las presiones estadounidenses.

Aun así, ha defendido el acuerdo como “una oportunidad para reposicionar a Japón como socio estratégico confiable en un nuevo orden comercial global”.

Las negociaciones fueron seguidas de cerca por medios japoneses, que destacan tanto las oportunidades como los riesgos políticos del acuerdo, especialmente ante un electorado cada vez más escéptico de los beneficios inmediatos.

Los mercados financieros reaccionaron con una mezcla de entusiasmo y precaución.

Mientras sectores industriales celebraron la perspectiva de mayor acceso al mercado japonés, analistas señalaron que las tarifas del 15 % podrían elevar los precios al consumidor estadounidense y aumentar la presión inflacionaria a corto plazo.

Otros expertos advierten que el volumen sin precedentes de la inversión japonesa podría implicar compromisos regulatorios y financieros aún no del todo transparentes.

Lo que está claro es que el pacto coloca a Estados Unidos en una posición sin precedentes dentro del comercio bilateral con Japón, generando repercusiones geopolíticas que van más allá de los números.

Este anuncio no solo representa un hito en la política comercial de Trump, sino también un momento definitorio para la reconfiguración del comercio mundial en la era postglobalización.

Si las promesas se concretan —en forma de empleos, crecimiento y poder de negociación ampliado—, Trump habrá asegurado no solo un legado económico, sino también un argumento formidable de cara a futuras batallas políticas.

Con este acuerdo, el tablero internacional cambia.

El golpe de efecto está dado, la ejecución será el próximo gran examen.

YM