Dicho efecto no es evidente en aquellas estaciones que se encuentran ubicadas en lugares alejados de asentamientos humanos o de su infraestructura, —como autopistas, líneas de ferrocarril, aeropuertos, etc.— ya que la amplitud del ruido sísmico decae a medida que el observador se aleja de la fuente, sostuvo Barrientos.
Como consecuencia de una menor actividad en las ciudades, el ruido sísmico provocado por la actividad humana se ha reducido, confirmó en su comentario a Sputnik la jefa del Servicio Sismológico Nacional de México, Xyoli Pérez Campos.El ruido sísmico por actividad humana se refiere a vibraciones que son transmitidas por el subsuelo a consecuencia de las diversas acciones humanas. Estas acciones incluyen, por ejemplo, el paso de vehículos, el paso de personas, la operación de diferentes máquinas, el paso de transporte público, etc. Esas vibraciones son ondas de alta frecuencia, por arriba de 1 Hz. Esto hace que su propagación sea solo a cortas distancias, añadió.
Pérez también puso de relieve que dicho fenómeno es más evidente en estaciones sismológicas instaladas en urbes. En zonas rurales o desiertas, no hay modificación, pues cerca de ellas, de por sí, no hay tanta actividad humana que genere ese tipo de ruido, enfatizó.
“En México, hemos ya observado el fenómeno en las estaciones de Ciudad de México, también en la ciudad de Querétaro y se analizarán en los próximos días otras estaciones ubicadas en ciudades para ver este efecto”, destacó la entrevistada.
Detección de terremotos en nuevas condiciones
El debilitamiento de las fluctuaciones de alta frecuencia de la corteza terrestre puede ayudar a detectar terremotos de menor escala en los países de América Latina. Es indudable que un menor ruido sísmico en el ambiente facilita la mejor identificación y caracterización de las diferentes ondas producidas por estos pequeños temblores, de modo que es posible estudiarlos de mejor manera, subrayó Barrientos.
“Podría agregar una analogía: el ruido sísmico ambiental es como observar el paisaje a través de una ventana que no esté completamente limpia. Dependiendo del número y tamaño de las obstrucciones —amplitud del ruido— en el vidrio, se podrá apreciar en mayor o menor medida el paisaje en su real dimensión”, aseveró el experto.
Lo mismo sucede en la Tierra: si existe un mayor ruido ambiental, menor será la capacidad de observar las ondas que son de interés y, por lo tanto, si disminuye esa capacidad, menor también será la capacidad de incrementar el conocimiento acerca de los terremotos.
Al mismo tiempo, el entrevistado señaló la atención a que la disminución de la actividad humana no puede ayudar a vaticinar terremotos porque por el momento no se ha encontrado una metodología —aceptada y validada científicamente— que permita la predicción de temblores.
“Se pueden detectar mejor los sismos locales (cercanos a las estaciones) de bajas magnitudes que en condiciones normales de actividad humana en una ciudad no se pueden detectar, pues son enmascarados por los altos niveles de ruido. Esta detección mejora dependiendo de qué tanto se reduzca este ruido y de los demás niveles de ruido de la estación”, confirmó, a su vez, Pérez.
Barrientos también agregó que el ruido sísmico ambiental se emplea también para conocer las propiedades del medio donde las ondas se transmiten, de modo que también tiene su efecto positivo.
Al tratar el tema de otros beneficios que trae la reducción del ruido de la actividad humana Pérez dijo que se trata básicamente de la mejora en el nivel de detección de sismos de magnitudes pequeñas, que si bien son poco frecuentes, en ciudades podrían ser claramente percibidos por la población cercana al epicentro.
Para Barrientos, la disminución del ruido sísmico originado por la actividad humana se podría aprovechar de mejor manera en aquellos lugares donde este ruido ha disminuido la capacidad de observar los fenómenos naturales que allí estarían ocurriendo.
“Creo que, en sitios como minas, especialmente subterráneas, la actividad humana no permite observar los pequeños sismos de origen natural que ocurrirían en la misma mina, de modo que si la actividad humana disminuyese sería posible estudiarlos si es que ocurriesen”, concluyó el entrevistado.
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