El huachicol neoliberal de las medicinas

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Foto: Milenio

Para una parte importante de la oposición, la que se considera la más ilustrada, el sistema de salud en México era de los más avanzados, prácticamente de primer mundo. Su objetivo de privatizar la salud en su totalidad iba viento en popa hasta la llegada de la cuarta transformación. 

El desmantelamiento del sistema de seguridad social fue una realidad dolorosa para millones de trabajadores y fue el resultado del llamado “ajuste estructural” que inició en el gobierno de Miguel de la Madrid, y que siguió con las contrarreformas al sistema de salud. 

El resultado de las políticas neoliberales fue un sistema de salud precario. Convirtieron a la salud en una mercancía. Impusieron la lógica del mercado en donde sólo sobrevives si tienes para pagar el acceso al sistema de salud. Hicieron añicos el derecho a la salud de la mayor parte de la población. 

Este mecanismo de privatización que alentaron políticos del PRI y del PAN tiene en parte una explicación en los macabros negocios que hacían para financiar sus campañas a costa de la salud de todos los mexicanos.

La realidad desbordó cualquier cuento de terror que bien podría haber escrito Horacio Quiroga. Basta recordar la denuncia realizada por el exgobernador panista Miguel Ángel Yunes contra su antecesor Javier Duarte, por haber suministrado en un hospital en Veracruz agua destilada a niños con cáncer. En el fondo una investigación de la Secretaría de Salud demostró que en ese caso el gobierno estatal adquirió y suministró medicamentos apócrifos.  

La simulación de operaciones en la compra de medicamentos alcanzó los 90 mil millones de pesos al año. El tamaño de la corrupción propició un abandono a regiones enteras, especialmente las más pobres y alejadas del país. 

En el mundo del elogio al libre mercado, los sexenios pasados tenían a sólo 10 proveedores farmacéuticos favoritos, que abastecían el 80% de todas las medicinas que compraba el gobierno. Esto podría funcionar en gran medida porque las puertas giratorias estaban abiertas de par en par. Funcionarios encargados de validar medicinas o realizar compras consolidadas pasaban después a los altos puestos gerenciales de las comercializadoras farmacéuticas, y viceversa. 

Su modus operandi fue denunciado por el propio presidente de la república: se realizaba una licitación de 1,500 claves (medicinas), pero nada más acordaban que se vendieran 1000. Después, cuando el sector salud pedía las otras 500 por urgencias se compraban con un precio hasta tres veces mayor.

La corrupción en México, según los cálculos de Irma Eréndira Sandoval la secretaria de la Función Pública, cuesta entre 5% y 10% del Producto Interno Bruto del país. La mayor parte se va en sobornos. Es un sistema de complicidades muy bien diseñado.

Una minoría rapaz se enriqueció con sobreprecios de hasta tres veces mayor a los establecidos por el mercado, mientras las poblaciones se quejaban constantemente de la falta de medicamentos. Existe una normalidad lacerante, en donde vemos constantemente que los doctores de hospitales públicos solicitan a los familiares de los pacientes que compren su medicina debido al desabasto inducido por las comercializadoras farmacéuticas.

Algo pasó en estos meses, de repente, las televisoras que estaban acostumbradas a guardar un silencio sepulcral sobre este fenómeno colocaron en prime time presuntas denuncias de desabasto. Entrevistas a familias que fueron golpeadas por la instalación de este sistema de salud neoliberal eran recurrentes. Se intentaba generar la idea de que este gobierno estaba poniendo el riesgo de la salud de los derechohabientes.

El presidente de la república contestó a las mismas, no lo iban a doblar. El desabasto era inducido para instalar un chantaje, o aceptaba un acuerdo con las comercializadoras o el gobierno de la república no tendría acceso a medicamentos. Y esto sería amplificado por un sistema de desinformación masiva. 

Finalmente, el 31 de julio, el gobierno de México firmó un convenio con la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos y la Organización Mundial de la Salud para adquirir en el extranjero por primera vez, 3 mil 643 claves de medicamentos.

Es un golpe directo a la corrupción, para 2021, se estima que se harán compras por casi 6 mil 800 millones de dólares. Con este acuerdo México además, entra en la iniciativa Covax para poder acceder a la vacuna contra el COVID-19. 

Resultó un difícil reto detener la ordeña dentro de los recursos destinados a la salud. El huachicol neoliberal se aferró hasta con los dientes. Estaba tan bien organizado el despojo, que se tuvo que modificar la Constitución para ponerles un alto. 

No lo doblaron. 

 

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