El duelo de una estadounidense con tres hijos asesinados
“Perdí a mi primer hijo varón el 10 de enero de 2018. Perdí a un segundo hijo el 7 de abril de 2019. Y perdí al último el 15 de agosto de 2021, todo por la violencia armada” en Washington.
Seditra Brown, una afroamericana de 49 años, pronuncia lo inconcebible con una voz tranquila, casi mecánica.
Conteniendo su dolor, apenas deja escapar una lágrima al evocar el último drama.
“Estaba en Miami cuando recibí la llamada” anunciando la muerte de Kalif, de 28 años, asesinado a tiros cuando conducía por la capital estadounidense, relata a la AFP.
“Pensé ‘No puede ser verdad, es simplemente imposible'”.
Primero fue su hijo menor, Paris, un estudiante de secundaria de 19 años, quien fue asesinado en una acera.
Luego fue su hijo mayor, Montray, un padre de 28 años, que recibió un disparo en un apartamento. Y el mes pasado fue Kalif, el único hijo varón que le quedaba, asesinado mientras conducía por las calles de Washington.
Seditra Brown se siente “devastada, completamente perdida”. Por tercera vez, debe “ser fuerte”, dejar a un lado su dolor para proteger a los que quedan.
Trabaja como conserje, y conserva tres hijas y 14 nietos, nueve de los cuales ahora no tienen padre. “Aguantan gracias a mi energía: si yo estoy bien, ellos están bien; si me derrumbo, toda la familia se derrumba”.
Armada con una fe inquebrantable, encuentra “consuelo y paz” en la religión y se aferra a la promesa de días mejores.
“Dios no puede imponerme todas estas pruebas sin que algo bueno salga de ellas”, dice.
También confía en sus recuerdos. “Hay que recordar las cosas buenas, las malas, todas”, dijo, refiriéndose a la pasión por la música de Paris, el talento atlético de Kalif y la generosidad de Montray.
Todo puede pasar
Pero las preocupaciones de Seditra Brown no cesan.
“La mayoría de mis nietos son niños y es difícil criar a hombres jóvenes negros en Washington”, dice, antes de cambiar de opinión: “También me preocupan las niñas porque la violencia con armas de fuego no las perdona”.
Esa violencia continúa aumentando, según ella misma destaca: desde el 1 de enero se han registrado en Washington 144 homicidios, frente a 127 en el mismo período de 2020, un crecimiento del 13 %, idéntico al que se da a nivel nacional, de acuerdo a estadísticas oficiales.
“El problema son todas estas armas en circulación que no podemos controlar”, afirma. “La gente debería renunciar a sus armas, cuidar a sus hijos, leer un libro”, pero “lamentablemente esta no es la tendencia”.
Poseer un arma es un derecho constitucional en Estados Unidos, donde un tercio de los adultos tiene al menos una.
Y los ciudadanos se han apresurado a comprar más desde 2020, bajo el efecto combinado de la pandemia, las protestas antirracistas y la agitación relacionada con las elecciones presidenciales.
En este contexto, “podemos proteger a nuestros hijos cuando están con nosotros, pero en cuanto se van puede pasar cualquier cosa”,dice Seditra Brown.
Combate
También señala que las víctimas son más a menudo negras que blancas.
“No me gusta evocar el tema racial, porque le puede pasar a cualquiera”, dice, pero “la sociedad y el entorno en el que crecemos” tienen impacto.
Sus tres hijos crecieron y murieron en el sureste de Washington, un vecindario predominantemente negro y desfavorecido donde el nivel de homicidios es alto y la impunidad por lo general grande.
Lejos de los llamados a recortar fondos de la policía que han florecido desde el asesinato de George Floyd bajo las rodillas de un agente blanco, en mayo de 2020, a Seditra Brown le gustaría ver “más policías en las calles, más agentes que vengan a ver a las familias”.
Los asesinatos de sus hijos no han sido esclarecidos, a pesar de una recompensa de 25.000 dólares ofrecida a quienes pudieran brindar informaciones al respecto, y sus contactos con las autoridades son inexistentes.
Ella afirma no tener idea de las causas de los tres homicidios. “Me gustaría saber quién los mató”, pero “no estoy haciendo preguntas”, confía.
Pero aunque llegara a saberlo “eso no les devolverá la vida. Saber es solo la mitad de la batalla, y principalmente lucho contra la otra: su muerte”.