Ha iniciado el Cónclave en el Vaticano

AFP
La Capilla Sixtina ha cerrado sus puertas este miércoles, marcando el inicio del esperado Cónclave en el Vaticano. Desde este momento, 133 cardenales electores tendrán la histórica responsabilidad de elegir al sucesor de Francisco, en un proceso cargado de solemnidad, tradición y expectación mundial.
La ceremonia previa incluyó el tradicional juramento de los cardenales, realizado sobre las Sagradas Escrituras, en el que prometieron guardar secreto absoluto sobre las deliberaciones. Cumplido este acto, el Maestro de Ceremonias anunció la fórmula extra omnes —“todos fuera”—, para dar paso al aislamiento total de los participantes. La Capilla Sixtina quedó sellada.
Dentro de este espacio sagrado, bajo el imponente fresco del Juicio Final de Miguel Ángel, se desarrolla el mecanismo de votación que ha regido por siglos. Cada cardenal recibe una papeleta donde, en su parte superior, se encuentran impresas las palabras “Elijo como Sumo Pontífice a”, seguidas de un espacio en blanco en el que escriben el nombre de su candidato.
Crowds wait for the smoke which will reveal the result of the first conclave ballot. pic.twitter.com/4v4TDzGrwB
— Vatican News (@VaticanNews) May 7, 2025
La votación se realiza de manera rigurosa y ceremonial. Por orden de precedencia, cada cardenal se adelanta, muestra su papeleta doblada, pronuncia un juramento de conciencia y la deposita en una urna sobre el altar. Tres escrutadores, nombrados al inicio de cada jornada, se encargan de contar los votos: el primero despliega la papeleta y anota el nombre, el segundo verifica el registro y el tercero lee en voz alta para el conjunto de los electores.
Una vez contabilizados todos los votos, las papeletas son atravesadas por un hilo y se atan, asegurando la transparencia del procedimiento. Si el primer escrutinio de la mañana o de la tarde no arroja un resultado concluyente —es decir, si ningún candidato alcanza la mayoría de dos tercios, que en este caso equivale a 89 votos—, se realiza una segunda votación antes de quemar las papeletas.
La quema de las papeletas da lugar a una de las imágenes más simbólicas del proceso: el humo que emerge de la chimenea instalada temporalmente sobre la Capilla Sixtina. Humo negro indica que no se ha elegido Papa; humo blanco, en cambio, significa que la Iglesia tiene un nuevo líder. Además, cuando se confirme la elección, las campanas de la Basílica de San Pedro resonarán para oficializar la noticia.
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El primer día del Cónclave suele ser breve: se permite una única votación antes de dar paso a un descanso. A partir del segundo día, el ritmo se intensifica, realizándose hasta cuatro votaciones diarias, siempre bajo la estricta vigilancia del protocolo establecido.
Si tras 30 votaciones no se logra elegir un nuevo Pontífice, se introduce una variante: los cardenales sólo podrán elegir entre los dos candidatos que hubieran recibido más votos en la última ronda, aunque estos no pueden votar por sí mismos. Sin embargo, el requisito de obtener dos tercios de los votos se mantiene firme hasta el final.
Cuando finalmente uno de los cardenales alcance el número requerido, un acto breve pero emotivo ocurre en la Capilla: un cardenal se aproxima al elegido para preguntarle si acepta el cargo. De recibir respuesta afirmativa, se le interroga también sobre el nombre que adoptará como Papa. Desde ese instante, el elegido ejerce el poder pleno y supremo sobre la Iglesia Católica.
Mientras tanto, la atención del mundo se mantiene fija en la chimenea que asoma sobre la Capilla Sixtina, en la Plaza de San Pedro. Fieles, curiosos y medios de comunicación esperan el momento en que el anhelado humo blanco eleve su señal al cielo de Roma.
El anuncio formal se realizará poco después, cuando el cardenal protodiácono saldrá al balcón central de la Basílica para pronunciar la histórica fórmula: Habemus Papam —“Tenemos Papa”—, dando inicio a un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia.