Irán acusa a Washington de presionar a América Latina para controlar recursos

Irán elevó el tono de su discurso contra Estados Unidos al acusarlo de ejercer presiones sistemáticas sobre países de América Latina con el objetivo de expandir su influencia territorial y apropiarse de recursos estratégicos, en un contexto marcado por el despliegue militar estadounidense en el Caribe y el endurecimiento de la confrontación con Venezuela. La advertencia fue lanzada por el líder supremo iraní, Alí Jameneí, quien situó a la región como un nuevo eje de disputa geopolítica.

Las declaraciones apuntan a una estrategia que, según Teherán, combina coerción política, presión económica y presencia militar para condicionar decisiones soberanas de gobiernos latinoamericanos. Jameneí sostuvo que este tipo de acciones no es coyuntural, sino parte de una lógica histórica de expansión, particularmente cuando están en juego recursos subterráneos como el petróleo y el gas, sectores clave para la seguridad energética global.

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El líder iraní planteó que la “resistencia nacional” es la única respuesta viable frente a intentos externos de imponer rendiciones políticas o económicas. En su mensaje, vinculó de manera directa las presiones estadounidenses en América Latina con prácticas similares desplegadas en Medio Oriente, donde Irán ha enfrentado sanciones, amenazas y confrontaciones abiertas durante años.

Este posicionamiento ocurre en medio de una relación especialmente tensa entre Washington y Teherán, agravada por el conflicto en torno al programa nuclear iraní. Tras los bombardeos de junio pasado contra territorio iraní, realizados por fuerzas de Israel y Estados Unidos y seguidos por doce días de enfrentamientos antes de un cese al fuego, la Casa Blanca reiteró su disposición a negociar, condicionando cualquier avance a que Irán renuncie al enriquecimiento de uranio.

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Desde la óptica iraní, esa exigencia vulnera compromisos internacionales vigentes. El representante permanente de Irán ante la ONU, Amir Saeid Iravani, sostuvo que insistir en una política de “enriquecimiento cero” contradice los derechos de su país como firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear, y advirtió que Teherán no aceptará acuerdos basados en presiones o intimidaciones.

Más allá del frente nuclear, Irán ha sido particularmente crítico del despliegue militar de Estados Unidos en el mar Caribe, el mayor en décadas según denuncias venezolanas. Teherán ha cuestionado tanto la presencia constante de activos navales y aéreos como las acciones directas contra Venezuela, país con el que mantiene vínculos políticos y económicos estratégicos.

Caracas se ha convertido en el epicentro de esta confrontación. Desde agosto, Washington justificó su operación militar bajo el argumento del combate al narcotráfico, señalando al gobierno de Nicolás Maduro sin presentar pruebas públicas concluyentes. Con el paso de los meses, el discurso estadounidense se desplazó hacia el control de los recursos energéticos venezolanos, mientras se intensificaban sanciones, amenazas y la incautación de buques petroleros.

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El gobierno venezolano ha denunciado estas acciones como actos de “piratería” y violaciones al derecho internacional, acusaciones reforzadas por reportes de más de un centenar de muertes tras bombardeos contra pequeñas embarcaciones en aguas del Caribe y el Pacífico. Estos hechos motivaron una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, solicitada por Venezuela.

Durante esa sesión, el embajador venezolano Samuel Moncada acusó a Estados Unidos de impulsar una política de “recolonización”, una postura respaldada por Rusia, cuyo representante advirtió que el caso venezolano podría sentar un precedente para futuras intervenciones en América Latina. China, Colombia, Brasil, México, Nicaragua y Cuba también expresaron apoyo a Caracas, en un escenario que profundiza la polarización regional y refuerza la percepción de una disputa abierta por recursos estratégicos y áreas de influencia.

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