La barbarie nuclear acecha al mundo
El mundo humano de la vida corre peligro como nunca, la actual crisis epocal está haciendo estallar contradicciones sumamente delicadas, que pueden poner en jaque la existencia de la vida humana tal cual la conocemos. Este periodo de crisis catastrófica tiene como su fundamento que el capitalismo no está encontrando la manera de resolver la crisis económica de 2008 más que con una guerra mundial, lo que está abriendo peligros nucleares inéditos.
Por supuesto que la guerra en Ucrania no es un conflicto local, las consecuencias que se han abierto en la guerra civil al interior de Ucrania fue aprovechado por la alianza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para avanzar en el cerco militar que le ha venido imponiendo a Rusia desde la caída de la Unión Soviética, a pesar de haber acordado no avanzar ni una pulgada más, tal como lo reconocen todos los analistas militares serios.
La narrativa impuesta después de la caída del muro de Berlín y del deshilachamiento de la URSS, ha venido colapsando conforme avanza el siglo XXI. Muy rápidamente en Estados Unidos sus centros de pensamiento lanzaban loas a la victoria que significaba el derrumbe la de la dinastía despótica que gobernaba la Unión Soviética. Se habló incluso del fin de la historia, aunque Francis Fukuyama años después se arrepintiera del término, pero eso no quita que la celebración estaba destinada a dar condiciones al american way of life de moldear al siglo XXI sin ninguna potencial como la URSS que lo impidiera.
Se instaló, como bien describió Luis Arizmendi, una nueva versión del mito del progreso, versión que daba cuenta de la necesidad de imponer un simulacro histórico, hacer pasar por una nueva etapa de progreso la derrota del mal llamado socialismo real, como si se inaugurara un proceso inédito del capitalismo en todo el mundo, mismo que consistía en configurar diferentes aristas de la vida civilizatoria; entre ellas se encuentra que se establecía un nuevo periodo democrático en el mundo; una nueva forma de acceso a la riqueza; el fin de las relaciones centro-periferia para dar paso a una relación equitativa en el mercado mundial; el que las nuevas relaciones entre potencias no incluirían un conflicto nuclear; en suma, la entrada a la globalización, ese proceso que colocaba a Estados Unidos a la cabeza de un nuevo orden mundial armónico.
Todo esto no fue más que un simulacro, en verdad el capitalismo no trajo ni la democracia en el mundo en la vuelta de siglo, ahí están los múltiples golpes de estado en todas las regiones del planeta, ni mucho menos se accedió a la riqueza en el orbe, al contrario, tal como ha demostrado la ONU y hasta el propio Banco Mundial con todo su sabotaje, la pobreza mundial se ha incrementado alarmantemente.
Las relaciones centro-periferia se han acrecentado y profundizado de manera vertiginosa, sobre todo ahora que han emergido diferentes potencias que ponen en cuestión el liderazgo del mundo occidental. Un ejemplo claro de esto son los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
La globalización, este proceso que presuntamente abría por primera vez la posibilidad de ser un solo mundo, ya que dejaba atrás la división provocada después del Pacto Yalta, en principio no reconocía que el mundo se hizo mundo desde el 12 de octubre de 1492, en el que el comercio de ultramar logró romper las barreras existentes entre las diferentes civilizaciones. Peor aún, globalización indicaba que sólo un hegemón mundial, en este caso Estados Unidos, podía guiar la marcha del capitalismo mundial en el siglo XXI. Y este ha sido el problema más complejo que han tenido que enfrentar desde la aparición de China como la nueva potencia del capitalismo global.
La promesa que supuse el capitalismo para aquellas zonas atrasadas que pudieron liberarse del capitalismo despótico producido desde la URSS. En verdad, tal como afirmaba Bolívar Echeverría, aquellos que estaban encerrados en ese mundo no tuvieron la oportunidad de encontrar ese paraíso que el capitalismo había prometido, incluso para aquellos que se encontraban del lado occidental, esa promesa también permanecía caduca, pero tardaría su tiempo en darse cuenta.
Esta serpiente que engulle su cola, tal cual como un uróboro, es lo que Ucrania ha vivido desde la vuelta de siglo, el golpe de Estado a la URSS para independizarse, la integración al mercado con las políticas dictadas por el FMI, y la necesidad de establecer una alianza comercial con la Unión Europea por parte de las elites, en verdad no garantizaron el bienestar para su población, al contrario, se generó un proceso de regresión que la ha colocado en la primera línea de combate de una probable guerra mundial. Salieron del capitalismo de estado, ese capitalismo sin capitalistas, que el propio Arizmendi definió como capitalismo despótico, para encontrarse con un capitalismo neoliberal, que arrasó cualquier posibilidad de compensaciones sociales y los lanzó a un cul de sac.
El escenario de guerra de Ucrania además ha develado la profunda subordinación de Alemania a Estados Unidos, misma que se había creído disuelta desde la consolidación de la Unión Europea y la Zona Euro. Desde que Inglaterra decidió aplicar el Brexit, la Unión Europea, al no haber podido sortear los efectos de la crisis económica de forma integral con el acuerdo de todo sus miembros, ha empezado a hacer agua al interior ese barco. Lo que ha tenido un costo extremadamente alto para Alemania.
Es claro que Angela Merkel había logrado generar un espacio de entendimiento económico con la Rusia de Putin, al establecer condiciones de mercado sumamente favorables para Alemania del gas ruso a través de la alianza del Nordstream II. Estas condiciones, para sumar una posible alianza euroasiática para frenar la crisis económica, mientras en Estados Unidos crecía alarmantemente la recesión económica no fue bien vista por la Casa Blanca.
Reportes del premio Pulitzer, Seymour Hersh, en el diario británico The Times, indican que fue Estados Unidos, a través de una agencia de inteligencia, lo más probable es que haya sido la CIA, la que llevó a cabo los ataques para destruir el gasoducto del Nordstream II, con un acuerdo con varios miembros de la OTAN, durante los ejercicios OTAN Baltops entre ellos Noruega, Dinamarca y Suecia. Las consecuencias de este ataque, según el periodista Bruno Sgarzini, que ha seguido con mucha atención este proceso (ver para mayor información: www.brunosgarzini.substack.com), Alemania pasó de un superávit comercial de 173 mil millones de euros a 73 mil millones por el aumento de energía.
A casi un año de la operación especial rusa, Biden ha llegado a Kiev, la capital ucraniana, y ha hecho un anuncio que pone de lleno a Estados Unidos en el centro de la disputa por euroasia, ya que aportará 500 millones de dólares para armamento. Ya sin el acostumbrado estilo de que esta es una guerra regional por la invasión a Rusia, los ánimos bélicos han empezado a incrementarse de forma muy peligrosa.
Se han establecido dos anuncios importantes que han venido a cambiar el tono de la guerra en Europa para convertirla en una de orden mundial con todas las opciones en la mesa. El primero de ellos es que China estaría pensando apoyar a Rusia con armamento para poder reestablecer, de forma más rápida, su cadena de suministro en el combate en Ucrania. Lo que ha sido visto por la Unión Europea como una seria amenaza de pasar las líneas rojas en las relaciones diplomáticas. Todo esto en medio de las presiones que China siente por la alianza militar entre Australia, Inglaterra y Estados Unidos, Aukus, la cual considera la OTAN del pacífico, y que está suministrando armas hipersónicas a Taiwán.
Pero el más grave ha sido echado a andar por Putin en su discurso anual a la Federación Rusa, anunciando la cancelación del New Start, el acuerdo de desarme nuclear entre Estados Unidos y Rusia, abriendo la posibilidad del aumento del arsenal nuclear entre estas dos potencias, escalando así la guerra en Ucrania a una guerra de orden civilizatorio con potenciales catástrofes nucleares. El holocausto en el siglo XXI no parece lejos, tiempos de barbarie acechan, hoy más que nunca la insistencia de la paz mundial debe ser una guía.