La bicicleta un salvavidas para NY en momento de pandemia

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Nueva York, Estados Unidos.- Cuando la tienda de venta y reparación de bicicletas más antigua de Estados Unidos abrió sus puertas, la gripe española hacía estragos en Nueva York.

Más de un siglo después, está ayudando a los neoyorquinos a trabajar y a mantener cierta salud física y mental.

El ciclismo se ha tornado vital durante el coronavirus.

Casi todas las tiendas tuvieron que cerrar debido a las medidas de cuarentena adoptadas por la Gran Manzana para hacer frente a la COVID-19, pero comercios como Bellitte Bicycles fueron considerados esenciales y se les permitió permanecer abiertos.

Se han tornado fundamentales para los neoyorquinos que van a los hospitales, para los trabajadores inmigrantes que hacen repartos y para residentes aislados que buscan desesperadamente escapar de sus pequeños apartamentos para hacer un poco de ejercicio en solitario.

“Los negocios han sido buenos pero también se trata de servir a la comunidad”, dijo Sal Bellitte, copropietario de Bellitte Bicycles, cuyo abuelo abrió la tienda en el barrio de Jamaica, en Queens, en 1918.

 

Los habitantes de Nueva York tratan de evitar el metro o los autobuses debido a las reglas de distanciamiento social, disfrutan de calles y avenidas desprovistas de sus embotellamientos habituales y están haciendo que las tiendas de bicicletas sean uno de los raros comercios que se benefician de la crisis.

Los neoyorquinos están arreglando viejas bicicletas o comprando nuevas para compensar las clases de pilates canceladas y el cierre de los gimnasios, mientras los repartidores buscan arreglar los frenos o los cambios.

 

CAMBIO DE HÁBITOS Y EMPLEOS GRACIAS A LA BICICLETA

 

Para muchos trabajadores, la cuarentena de Nueva York, que el gobernador Andrew Cuomo extendió hasta el 29 de abril, los ha hecho depender de una bicicleta por primera vez.

Oliver Bucknor, un jamaiquino de 50 años, perdió su empleo de chofer de camioneta cuando el brote comenzó a extenderse por la ciudad a comienzos de marzo.

Compró una vieja bicicleta al dueño de su apartamento por 250 dólares, y la llevó a Bellitte para una revisión general antes de comenzar su actual empleo como repartidor de comida.

“Una bicicleta es un salvavidas para mucha gente”, dijo. “Me permite seguir ganando un salario”.

Emily Rogers, una asistente social de 27 años, comenzó a pedalear su trayecto de media hora hasta el hospital público donde trabaja en una Citi Bike cuando empezó a preocuparse sobre el uso del metro.

“Es lindo estar afuera un tiempito y no sentirse culpable por ello”, dijo Rogers, y añadió que posiblemente seguirá viajando en bicicleta cuando acabe el aislamiento.

Para otros neoyorquinos, el ciclismo es una manera de hacer deporte y matar el aburrimiento de semanas de confinamiento, aunque eso signifique pedalear sin amigos.

 

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