La dificultad de ser autista en los tiempos del coronavirus

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Días atrás José Manuel y su hijo de 9 años saltaron a las calles de Leganés para dar un paseo. La ciudad estaba vacía, sus vecinos cumplen la cuarentena. Sin embargo, al ver a los dos transeúntes rápidamente salieron a los balcones. Los insultos no tardaron en llegar. Pero, había algo que no sabían: el pequeño padece autismo.

José Manuel no baja a la calle por gusto. Lo hace porque su hijo lo necesita. “En lo que llevamos de encierro, he salido dos veces a la calle. Mi hijo está acostumbrado a salir a diario. No solo al colegio, también a actividades extraescolares. Hace tres horas de natación semanales. Tiene que sacar toda la energía que tiene”, relata el hombre, que comenta que el niño también tiene TDAH.

Ahora, el pequeño no puede salir a jugar todos los días. Ni ir a la escuela. Ni nadar. Tiene que quedarse en casa, donde la rutina es distinta a la previa al coronavirus. La pareja de José Manuel es su nueva tutora del colegio y terapeuta. Su padre está más en casa, lo que le gusta, pero no puede estar todo el día con él. “Ahora teletrabajo y no puedo atenderle todo el rato. Al principio venía y me golpeaba el ordenador para captar mi atención. Poco a poco se va adaptando a la situación”, cuenta José Manuel.

Según él, su hijo está nervioso. Desde que el coronavirus lo recluyó en casa, come más y su padre teme que acumule mucha tensión. La pandemia ha cortado todas las vías de escape del niño y necesita liberar energía. Pasear es lo único que le queda. A José Manuel no le importan los insultos y saldrá con el menor siempre que lo considere oportuno y con precaución para evitar un posible contagio. Sin embargo, no todas las familias con hijos autistas se atreven a abrir la puerta de casa.

“Conozco a familias que no salen a la calle por miedo, no al coronavirus, sino a sus vecinos”, explica.

El aluvión de gritos y reproches que salen desde algunas ventanas al ver a personas en la vía pública asusta a muchos. Pero, desde el 20 de marzo, la Instrucción publicada en el BOE número 76, firmada por el ministro de Sanidad, Salvador Illa, permite a dar paseos breves y bajo una serie de normas para evitar el contagio a todo aquel que sufra de autismo o conductas disruptivas.

El confinamiento es peligroso y esta medida ha sido muy bien recibida por la Confederación Autismo España. “Dar paseos cortos es necesario para que una persona con Trastorno del Espectro Autista (TEA) se pueda estabilizar. Esto ayudará a muchas personas a que lleven la cuarentena de una mejor manera”, afirma Ruth Vidriales, psicóloga y directora técnica de la Confederación Autismo España.

En referencia a los insultos, la experta reconoce que su detención es más una cuestión de sensibilización social y de respeto a los demás. Pero, algunas personas, hartas de que les increpen, han decidido llevar atado un pañuelo azul para ser reconocidos como autistas y que no les griten. Para ella, no es la solución. “No es la vía. Hay que usar ese derecho reconocido por Sanidad, no un pañuelo, y solo tienen que justificarse ante las fuerzas de seguridad, que son las que están controlando la calle. Nadie tiene porque visibilizar sus circunstancias para ejercer un derecho. No hay que dar explicaciones a nadie, seas autista o un sanitario que viene de trabajar”.

José Manuel tampoco liará una tela azul a su pequeño en la muñeca. “No voy a marcar a mi hijo. Es estigmatizarle, entre otras cosas”, afirma.

Sputnik

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