Lava del volcán desciende hacia el mar con temor a gases tóxicos

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Erupción de volcán en Canarias

Las columnas de lava del volcán Cumbre Vieja seguían engullendo todo lo que encontraban a su paso en su lento descenso hacia la costa de la isla de La Palma, en el archipiélago español de Canarias (suroeste), disparando la preocupación por la posible emisión de gases tóxicos.

Un repunte de la actividad del volcán, que entró en erupción el domingo por la tarde, obligó a evacuar a otras 500 personas en la noche del lunes y ya son 6.000 los desplazados en esta isla frente a las costas del noroeste de África. 

La lava “camina inexorablemente hacia el mar”, lamentó el presidente de la región canaria, Ángel Víctor Torres, que describió “la impotencia ante el avance de esa colada (…) que ya se ha llevado por delante viviendas en esta zona que está dedicada a la agricultura, y que continuará con otras viviendas en su camino hacia el mar”.

Las impresionantes lenguas grises y naranjas de lava siguen bajando lentamente del volcán arrasando con los árboles, carreteras y viviendas que encuentran a su paso, según muestran las imágenes que publican autoridades y vecinos.

Por ahora, la erupción del Cumbre Vieja ha destruido 166 construcciones y la lava cubre 103 hectáreas de La Palma, según el sistema europeo de observación espacial Copernicus, que publicó en Twitter una imagen satelital de la isla con las zonas afectadas. 

Prudencia

El encuentro del magma ardiente con el mar -inicialmente previsto para el lunes por la noche, pero atrasado por el menor ritmo del descenso- puede generar explosiones, olas de agua hirviendo o incluso nubes tóxicas, según la página del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

“Las nubes creadas por la interacción entre el agua marina y la lava son ácidas”, explica a la AFP Patrick Allard, director de investigación del instituto francés de Geofísica del Globo, en París. “Pueden ser peligrosas si uno está demasiado cerca”, alerta.

A unos dos kilómetros del mar, el magma avanza ahora a alrededor de 200 metros por hora. Las autoridades no indican, sin embargo, cuándo podría llegar al mar.

En previsión, el gobierno regional de Canarias decretó un “radio de exclusión de 2 millas náuticas” alrededor de donde se espera que desemboquen las coladas de lava, y pidió que no se desplazaran curiosos a la zona. 

En La Palma desde el domingo por la noche, cuando aplazó su salida para asistir a la Asamblea General de la ONU, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, llamó también a la prudencia:

“Tratemos de evitar la proximidad tanto al magma, como al propio volcán”, pidió el mandatario, que hará un viaje relámpago a Nueva York y volará de regreso a la isla.

El rey Felipe VI también visitará La Palma el jueves.

‘Acaba con toda tu vida’

La aparición de una nueva boca eruptiva en la noche del lunes, la novena desde el inicio el domingo de la actividad del Cumbre Vieja, obligó a evacuar a otras 500 personas en El Paso, elevando el total de desplazados a 6.000 en toda esta isla de casi 85.000 habitantes.

Uno de ellos es Israel Castro Hernández, que vio cómo su casa quedaba destruida por la erupción, la primera registrada en la isla desde 1971.

“El volcán dice ‘salgo por aquí’, y acaba con toda tu vida prácticamente”, lamentaba este hombre de 46 años en una entrevista con AFPTV.

Junto a él, su esposa, Yurena Torres Abreu, todavía no lograba asimilarlo.

“Seguimos mirando hacia allí y no nos lo creemos. Seguimos pensando que nuestra casa está debajo de ese volcán”, contaba conmocionada. “No hay nada que hacer. Es la naturaleza. Y ya está”.

El volcán expulsa columnas de humo que alcanzan centenares de metros de altura y entre 8.000 y 10.500 toneladas de dióxido de azufre por día, según Involcan. Pese a ello, el espacio aéreo de la isla sigue abierto y se espera que los 48 vuelos programados para este martes operen con normalidad.

El Cumbre Vieja estaba bajo fuerte vigilancia desde hacía una semana debido a una intensa actividad sísmica y, según Involcan, la erupción podría durar “varias semanas o algunos meses”.

“Sabemos cuándo ha empezado, pero no sabemos cuánto le queda”, lamentó Juan Aragón, un vecino de La Palma que también tuvo que dejar su casa.

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