Vivir cerca del trabajo se vuelve el lujo más valorado en el Valle de México

La crisis de movilidad en el Valle de México ya no solo es un problema cotidiano, sino un factor que está redefiniendo cuánto vale una vivienda. Hoy, el verdadero lujo no son los metros cuadrados, sino las horas ganadas al tráfico. Cada vez más familias, profesionistas y ejecutivos están dejando ciudades como Toluca, Metepec o Zinacantepec para mudarse a zonas más próximas a sus centros de trabajo, en particular hacia áreas corporativas como Santa Fe o el poniente de la capital.
Este fenómeno no es pasajero ni emocional. Desarrolladora del Parque lo describe como un cambio estructural del mercado inmobiliario: la ubicación estratégica, la conectividad y la integración de servicios pesan más que los acabados o el tamaño del departamento. La vivienda cercana al empleo dejó de ser vista como comodidad; ahora es una herramienta de productividad y bienestar.
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La urgencia tiene sustento. Según la Encuesta Origen-Destino 2025 de la Zona Metropolitana del Valle de México, más de 2.5 millones de personas destinan más de una hora diaria solo para llegar a su trabajo o escuela. Para quienes viven en municipios del Estado de México, los trayectos se disparan hasta 3.5 o 4 horas diarias. En un mes laboral promedio, esto suma entre 70 y 80 horas gastadas únicamente en trasladarse.
Este tiempo no solo erosiona la calidad de vida; también representa un desgaste económico. La ENOE 2025 calcula que un ejecutivo promedio en México gana cerca de 250 pesos por hora. Si esas horas se pierden atrapado en el tráfico, el costo invisible puede llegar a entre 10,000 y 20,000 pesos mensuales, sin considerar gasolina, mantenimiento o transporte público.
Angélica Soria, líder de Comunidad en Up Santa Fe y Agwa Bosques, lo resume así: “El comprador ya no mide su inversión en metros cuadrados, sino en horas de vida ganadas. En una ciudad donde el tráfico dicta la calidad de vida, el tiempo desplazó al espacio como la verdadera medida de bienestar y valor inmobiliario”. Bajo esta lógica, mudarse se convierte en una decisión financiera racional.
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Este reacomodo se refleja en la migración residencial hacia zonas mejor conectadas. Desarrolladora del Parque identifica nuevos residentes provenientes de Huixquilucan, Naucalpan, Metepec, Ocoyoacac, Toluca y Zinacantepec, quienes buscan reducir el desgaste de viajar diariamente hacia Santa Fe y otros polos corporativos saturados. El traslado ya no se tolera, se calcula.
Aunque el Tren Interurbano México–Toluca promete aliviar parte del problema cuando opere completamente en 2026, la presión actual es insostenible. La infraestructura todavía no alcanza a responder al crecimiento urbano ni a la demanda de movilidad eficiente, por lo que miles de trabajadores han optado por adelantarse al desarrollo y mudarse.
Este nuevo comportamiento redefine el valor del suelo urbano: vivir cerca del trabajo se convierte en un activo de productividad. Para los desarrolladores, la apuesta ganadora está en proyectos verticales con amenidades, transporte cercano, comercio integrado y zonificación mixta. Como lo explica Soria, “el activo crítico ya no es el terreno, sino el tiempo recuperado: menos kilómetros recorridos, más minutos para vivir”.
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