Participación de la sociedad puede revertir la división y confrontación

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Convicciones

Las manifestaciones de febrero y marzo de este año están marcando una gran diferencia en nuestro país. No es lo mismo darle rumbo a un sector de la sociedad que está sustentado por las dádivas gubernamentales, y que constantemente es azuzado desde las mañaneras, donde predomina la descalificación y la intolerancia. Donde se etiqueta a los simpatizantes de Morena como “pueblo bueno”, y se considera que todos los demás ciudadanos de este nuestro México son enemigos, conservadores, apátridas y espurios.

Las movilizaciones desde el poder tienen un costo económico importante, se sustentan en flotillas de camiones que parten de todos los estados y municipios. Hablamos de movilizar a miles y miles de beneficiarios de los programas sociales, con el único fin de poner al Estado al servicio de una cultura que se creía ya rebasada; es decir, el culto a la personalidad del gobernante.

Y para colmo de esta situación, los legisladores del oficialismo declaran a los cuatro vientos que es una colecta legislativa para sufragar los gastos de la movilización y, en un malabarismo extremo no muestran facturas del costo de la movilización y de sus transferencias correspondientes salidas de las bancadas de legisladores convertidos en matraquearos y aplaudidores.

En contrapartida la sociedad civil en forma espontánea y totalmente voluntaria se manifiesta en las plazas de infinidad de ciudades a lo largo y a lo ancho del país. Y algo que está caracterizando a este gran movimiento de la sociedad, es que se ha convertido en un movimiento nacional y que indudablemente va en ascenso.

En el movimiento de la sociedad civil del 26 de febrero pasado donde participaron más de 120 ciudades del país, se ha dado un mensaje incluyente donde se afirma que una real y verdadera democracia da cabida a una sociedad plural.

Inclusive se viene levantando una consigna nacional con el grito de “todos somos pueblo”, que expresa el sentimiento nacional que todos conformamos esta gran nación, que es de todos los mexicanos independientemente de su preferencia ideológica.

Y sobre todo se lucha por el respeto a la ley, a la Constitución y el tener la libertad de contar con un árbitro electoral ciudadano, autónomo y confiable que nos garantice a todos los mexicanos procesos electorales impecables, los cuales nos reafirmen la ruta a una real democracia tan anhelada y deseada en un México de todos y para todos.

Nos han convertido en un país dividido y confrontado y esto solo se puede revertir con la participación de toda la sociedad, levantemos la voz cuantas veces sea necesario y con firmeza expresemos “TODOS SOMOS PUEBLO”.

Un pueblo amable, empático, deseoso de servir cuando se le requiera; lo hemos demostrado ante la tragedia, ante los eventos de la naturaleza que nos han sido adversos.

Hoy estamos enfrentados a una situación nacional, la cual no es menor ya que la pretensión es que sigamos fracturados, divididos, confrontados. Y de esta manera nos convirtamos en un régimen dictatorial.

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