Regresar a la inversión ordenada

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Hace 3 días cumplió un año la apertura del AIFA y se celebró con una ceremonia festiva, que más bien, debió haber sido luctuosa por el gran fracaso de este aeropuerto vecinal que pretendió substituir al aeropuerto de la CDMX.

A un año de operación, este aeropuerto no ha podido cumplir las metas que se habían propuesto, no obstante, promesas obviamente incumplidas del presidente en turno.

¡Ah! Pero ya tiene su himno. Rayando en la ridiculez y en la cursilería los asistentes a la ceremonia, soldados vestidos de civiles, lo cantaron emocionados. Ahora faltará el himno del tren maya y de dos bocas.

La cantidad enorme de dinero invertido en este elefante blanco más las pérdidas de lo ya invertido en el aeropuerto de Texcoco, que hubiera sido el aeropuerto más grande y productivo de América Latina, quedará como una mancha negra de este régimen, producto de una promesa visceral de campaña.

A esta fecha el aeropuerto de la CDMX está saturado y el AIFA no ha colaborado en nada en la solución, ya que su mal diseño lo hace limitado, no obstante que fue la causa de su creación y según informe de la Plataforma Nacional de Transparencia pierde diariamente en su operación aproximadamente 4 millones de pesos. Que buena inversión de la 4T.

Se habló de un gran fraude en el aeropuerto de la CDMX, compra de terrenos aledaños, contratos amañados, pero nunca hubo mayores noticias ni datos de los supuestos fraudes ni ningún culpable señalado.

Supuestamente se efectuó una encuesta y el “pueblo”, llámese López Obrador, decidió cancelar ese gran proyecto.

Tarde o temprano se construirá otro aeropuerto en Texcoco o en sus terrenos aledaños dado el crecimiento que está teniendo la aviación en el mundo y la importancia de la CDMX.

Este aeropuerto y su fracaso operativo demuestra la falta de estudios previos de todo tipo, antes de llevar a cabo inversiones tan cuantiosas y estratégicas para nuestro país. La misma ligereza en la falta de estudios previos sucede en el tren maya y dos bocas, que van completamente dando bandazos, requiriendo cada día más fondos no previstos para su terminación.

Por eso requerimos en el 2024 para México, con el presidente entrante, “regresar a la inversión ordenada”

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