Sabotaje de la ultraderecha en Chihuahua

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Agricultores sin agua

Foto: Milenio

Durante la madrugada del 11 de septiembre, según manifestantes entrevistados por el periódico La Jornada, dos personas con vestimenta tipo cholo y corte de pelo tipo militar habrían rociado diésel en el cuarto de válvulas y generadores de la presa La Boquilla, además, prendieron fuego al techo y al cableado lo que provocó un daño en el suministro eléctrico que genera la presa para los municipios de San Francisco de Conchos y Camargo, y puso en una situación vulnerable a Parral y Delicias.

En Chihuahua, estamos ante lo que los manuales del golpe blando se denomina el calentamiento de la calle. La ultraderecha mexicana ha hecho suyo un discurso y un accionar que la ubican fuera de la legalidad. Ante una demanda, que se presenta a la sociedad como legítima a través de propaganda en los medios de comunicación masivo, sin cuestionamiento alguno, se monta toda una estrategia para radicalizar la confrontación.

Este rompimiento del orden jurídico va acompañado de una intensa campaña de desinformación, para acrecentar el malestar y propulsar ante la opinión pública la imagen de ingobernabilidad. El sabotaje en las instalaciones estratégicas de la presa “La Boquilla” busca desmoralizar al movimiento de la cuarta transformación, mostrando al presidente López Obrador atacando irracionalmente a campesinos agrícolas.  

Bajo el simulacro que se defienden las libertades públicas y la libertad de expresión, se establece un operativo con instigadores que alientan se rompa el orden público para responsabilizar al gobierno. Estos operados aguardan a que los cuerpos de seguridad se equivoquen y realicen una represión generalizada, cosa que no ha sido el caso. Ante el evidente montaje que se está viviendo en la zona, se informó que la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana instruyó un repliegue, que se podría definir como táctico.

A diferencia de la necropolítica huachicolera que se instaló en el Bajío, y en el que el presidente López Obrador desarrolló toda una estrategia que evitó la confrontación. La ultraderecha de Chihuahua aprendió, y emprendió un cerco para proteger el uso patrimonialista del agua de sectores muy vinculados con la corrupción del régimen neoliberal.

Es por ello por lo que, ahora bajo el pretexto de una defensa nacionalista, se instala en el norte del país una disputa que pueda derivar en un conflicto binacional, para desestabilizar la relación con Washington al mismo tiempo que ocultan sus verdaderos intereses entre los que destacan privatizar en los hechos el agua, que es un recurso de la nación.

Los incendios de la turbina en La Boquilla marcan una ruta tenebrosa, que la ultraderecha quiere poner como ejemplo de lo que debería suceder a nivel nacional, es decir, recurrir a una presión desde la calle para luego usar la violencia armada como ya se ha visto en otras latitudes del planeta.

Cabe mencionar que los agricultores en ningún momento se han quedado sin agua, sin embargo, los medios de comunicación han tomado fotografías difundidas por estos grupos y las han presentado a la sociedad como si la presa estuviera vacía argumentando que existe una sequía. El Gobierno Federal ha demostrado que estas tomas corresponden al lado por donde sale el agua, es decir, la manipulación es real, pero sobre todo efectiva. Más aún para el resto del país que no conoce la zona.

Exgobernadores, presidentes municipales y diputados locales han argumentado que es muy probable que exista una sequía, y por lo tanto pueden ejercer el control patrimonialista del agua sin importar los compromisos adquiridos por el estado mexicano con el Tratado Internacional de Aguas de 1944. Están revelando la forma en cómo operan para presionar a toda la agricultura en Chihuahua, el agua se vuelve clave no sólo para mantener el control político sino sobre todo el control económico.

CONAGUA ha dicho que se tiene garantizado el abastecimiento local, y ninguna fuerza política que dirige el actual conflicto ha demostrado lo contrario, más bien, el negocio del agua es lo que se impone. Mientras los pequeños agricultores sufren por el desabasto del agua debido a que los grandes productores a través de pozos y tomas clandestinas acaparan el agua, y después las venden a sobreprecio controlando la producción agrícola en la región.

El huachicoleo del agua ha generado violencia y una disputa muy fuerte entre agricultores desde hace algunos años, desde aquí se produce la matriz de opinión centrada en el déficit que el estado mexicano ha demostrado para solucionar este conflicto. Además, en los hechos es lo que usa la clase política para movilizar una base electoral hacia el 2021. Es una pinza: el uso político del conflicto para proteger la corrupción en los negocios de abastecimiento del agua y descarrillar el proyecto de transformación de la 4T.

La destrucción de bienes públicos en instalaciones estratégicas del estado mexicano tuvo un daño que podría ascender a 100 millones de pesos, ya que, en este ataque no sólo hubo un daño al abastecimiento del agua, también existieron destrozos en el cuarto de control, incluyendo pantallas y dispositivos que sirven para la automatización de la operación de las cuatro unidades generadoras de energía eléctrica que la Comisión Federal de Electricidad tiene instaladas en esa presa.

La Unidad de Inteligencia Financiera ha intervenido demostrando lo compleja que es esta trama, y presentó denuncias ante la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción por el presunto desvío de 129 millones de pesos operados dentro de la Estafa Maestra contra uno de los principales promotores del movimiento en Chihuahua, el exgobernador Reyes Baeza.

La sobreexplotación del agua en la región tiene intereses más allá de pequeños productores agrícolas, es toda una red de complicidades en el marco de la corrupción que permitió el régimen neoliberal. Es necesario resolver el conflicto escuchando las afectaciones que sufre la población dedicada a la agricultura, y estableciendo mejores mecanismos desde CONAGUA para darle salidas a problemas derivados de lo que algunos han empezado a llamar la guerra del agua. 

 

 

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