Stroll asegura que Aston Martin será una escudería de podios este 2026

Lawrence Stroll, dueño de Aston Martin, no se guarda nada para 2026. El empresario canadiense presume los fichajes y la transformación interna de la escudería, convencido de que el equipo está a punto de experimentar un cambio estructural sin precedentes. Para él, convertir a Aston Martin en un equipo totalmente independiente —capaz de diseñar y fabricar su propio monoplaza sin depender de terceros— no solo es una meta alcanzable, sino uno de los pilares que podrían definir una nueva era para la Fórmula 1 moderna.
Este giro radical tiene sustento: por primera vez, Aston Martin contará con una unidad de potencia desarrollada junto a Honda, lo que los convierte oficialmente en equipo de fábrica. Stroll lo resume sin rodeos: “Es una experiencia totalmente diferente”. Esa independencia tecnológica representa una ventaja crucial en un campeonato donde depender de otro proveedor puede implicar limitaciones técnicas, decisiones tardías o falta de innovación decisiva.
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El proyecto, sin embargo, no se sostiene solo sobre motores. Stroll ha fichado talento de élite para llevar su visión a la pista. Entre las incorporaciones destacan dos nombres que sacudieron el paddock: Adrian Newey, arquitecto de varios autos campeones del mundo, y Enrico Cardile, ex Ferrari y experto en aerodinámica y diseño. Con ellos, Aston Martin busca dejar atrás la etiqueta de escudería revelación para convertirse en aspirante directo al título.
Paralelamente, las instalaciones del equipo de Silverstone han recibido una inversión sin precedentes. El nuevo túnel de viento y la ampliación del campus tecnológico consolidan la transformación de Aston Martin en un constructor completo. Stroll insiste en que este avance no es resultado del azar ni de una buena temporada aislada, sino de un plan de largo plazo que inició hace seis años, cuando asumió el control del equipo con una meta clara: levantar un campeonato del mundo en una década.
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Fernando Alonso, uno de los pilares deportivos de esta apuesta, vive con intensidad esta transición. Aunque 2024 ha sido un año complicado, con abandonos y escasez de puntos, el asturiano mantiene la vista fija en 2026, consciente de que podría ser su última oportunidad de pelear por un título. Las primeras reuniones con Newey le transmiten confianza, pero Stroll pide cautela: coordinar talento, tecnología y reglamentos llevará tiempo y paciencia.
La ilusión no oculta la prudencia. Stroll reconoce que, aunque se han sumado todos los elementos necesarios para competir al más alto nivel, el mayor reto es hacer que todo funcione en armonía. “El éxito aquí se mide por el rendimiento. Nuestro objetivo es ganar y ser campeones del mundo, pero necesitamos tiempo para que todo se acomode”. Un discurso ambicioso, pero no triunfalista.
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El desafío tiene enemigos claros: la competencia no espera. Equipos como Red Bull, Mercedes o Ferrari también preparan sus armas para el nuevo reglamento de 2026, mientras Newey advierte que sin referencias reales es imposible sacar conclusiones contundentes. Sin embargo, Stroll insiste en que la atmósfera dentro de la fábrica es única: “No existe otra instalación como esta en la Fórmula 1. Todo transmite ambición, precisión y obsesión por encontrar esa décima extra”.
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