Los talibanes, obligados a escuchar a las mujeres afganas

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Mujeres afganas

A los talibanes “no les queda otra opción” que respetar los derechos de las mujeres afganas si quieren evitar el naufragio económico, el aislamiento diplomático y la pérdida del poder, asegura a la AFP una histórica militante de los derechos de la mujer.

Pese a un discurso tranquilizador del movimiento islamista, Mahbouba Seraj, originaria de Kabul, no cree en las promesas de los talibanes cuando dicen que las afganas podrán “muy pronto” trabajar y estudiar.

Bajo su primer régimen, entre 1996 y 2001, los talibanes “nos dijeron también que esperáramos, que iban a resolver las cosas. Esperamos cinco años y no pasó nada. Por eso las mujeres no confían en ellos” explica a la AFP Seraj, de 73 años, mujer de rostro ovalado, mirada determinada y abundante cabellera plateada cubierta por un velo celeste, en una entrevista a distancia por video.

Esta mujer, que dirige hoy un centro de educación para mujeres en Kabul, huyó de Afganistán en 1978 –año de un golpe de Estado comunista previo a la invasión soviética del país–, iniciando un largo exilio, en Estados Unidos fundamentalmente. Volvió al país en 2003, dos años después de la caída de los talibanes.

Cuando éstos retornaron al poder el 15 de agosto pasado, ella decidió quedarse.

Los mensajes de los talibanes son ahora contradictorios. Por un lado, parecen menos radicales, importunan menos a las mujeres en la calle y las autorizan a estudiar. Pero por el otro, han suprimido el ministerio de Asuntos de Mujeres, y remplazan a éstas por hombres en algunas administraciones, además de restablecer la separación por género en la universidad.

“Una pesadilla”

Para Seraj, en realidad todo esto “es una pesadilla para las mujeres”.

Pocas son las mujeres que van a trabajar ya que ellas o sus familias “tienen miedo” de ser molestadas por los talibanes.

Las consecuencias son inmediatas: en los hospitales por ejemplo “ya no hay doctoras, enfermeras” afirma Seraj. A falta de medicamentos, de material y de personal “el sistema de salud afgano está al borde del precipicio”, asegura.

Pero a los talibanes “no les quedará otra opción” que ceder, ya que “no es el mismo Afganistán que el de los años 90, y la gente no va a permanecer pasiva”, asegura.

Hubo manifestaciones que exigían más libertad, con gran participación de las mujeres, a principios de septiembre en varias ciudades. Los talibanes las reprimieron a veces con violencia y luego las prohibieron.

Pero “esto no ha terminado, y volverá aunque sea de otra forma”, opina Seraj. “Y será algo peligroso, incluso para ellos”, los talibanes, agrega.

“Sentarse y hablar”

El país está al borde del precipicio social y económicamente, y el cambio de régimen ha hundido aún más a una economía golpeada ya por la sequía y el covid-19. Según la ONU, sin apoyo exterior, la casi totalidad de la población afgana (97%) se sumiría bajo el umbral de la pobreza el próximo año.

Y los empleos de las mujeres “hacen funcionar la economía, las tiendas, las escuelas, alimentan a las familias… Por ello tenemos que empezar a movilizarnos, sin esperar” afirma la militante.

Si los talibanes persisten, la comunidad internacional, en especial los occidentales que piden garantías en materia de derechos humanos, “podrían parar su ayuda”, esencial para la economía afgana desde hace 20 años, o incluso adoptar sanciones económicas.

Sería “el peor escenario para todo el mundo” opina Mahbouba Seraj. Para evitarlo, aconseja a los talibanes: “sentarse y hablar con nosotras”, las mujeres, para “llegar a una especie de camino intermedio aceptable para ambos campos”.

A la activista le preocupa la influencia en el seno del gobierno talibán de la red Haqqani, facción ultraconservadora históricamente cercana a Al Qaida y a Pakistán, aliado muy presente en Kabul:

“El mundo debe decirles que no arruinen a Afganistán”.

Esta incansable mujer sigue siendo optimista, “no tengo otra opción, pues me muero si soy pesimista”. Seraj ha pedido ser recibida por responsables talibanes, sin respuesta hasta ahora.

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