Tecla 7/6 SE ME REVOLVIERON LAS TRIPAS
Nos indignamos. Y no sólo ganamos la calle, sino que ocupamos la amplia superficie de El Tule (a la mitad de Corredor Turístico San José del Cabo-Cabo San Lucas) en defensa de la Sierra de La Laguna. La voz tronó y se impuso el NO a la minería en el área natural protegida. La protegimos. Y una y otra vez se ha impuesto el NO a la minería en la Sierra de La Laguna.
Pero, como sociedad incurrimos en ser testigos del silencio ante la matanza de la fauna de la reserva natural. Y como en la 4T se exige y se impone la lealtad “ciega” que se aplica como credo desde Palacio Nacional, pues el eje de los gobiernos municipales de Morena La Paz-Los Cabos (2018-2021) y lo que le alcance a la súper delegación del gobierno federal en Baja California Sur, pues van en sintonía como espectadores de la impune caza del venado.
Se me revolvieron las tripas al ver un pequeño venado, muerto. Las partes bajas de la Sierra de la Laguna tienen depredadores al acecho…armados.
Veo convoyes de militares, con policías estatales y municipales en las zonas turísticas o populares. Pero, quién cuida nuestro patrimonio natural, luego de tanto recorte federal. Es como lo que pasa enfrente de la tierra, frente a los litorales sudcalifornianos: impune depredación marina.
La Sierra de La Laguna es el último rincón de los pinos, de los encinos. Cuidado que un ranchero se atreva a cortar algo. Sin embargo, quién para a los que no cortan, sino que disparan.
Se tiene un legado milenario, que no sólo tiene que ver con un NO a la minería, sino a un SÍ por toda la vida de la propia reserva natural. Vamos, en el país se tienen reportadas un mil 200 especies de aves, en Los Cabos –por el potencial mismo de la Sierra de La Laguna—300, es decir, del reporte de especies de aves a nivel nacional, el 20 o 25 por ciento se observaría en Los Cabos, cuando en contraste lo que nos rodea en toda la parte baja es una región semidesértica.
Por supuesto, si la Sierra de La laguna brinda vida, hay toda una vida que cuidar. No es sólo el agua que nos da –y que abastece como principal fuente a La Paz y Los Cabos–, es la vida misma que nos da. No se puede ser indiferente a los disparos que suenan y rompen con la tranquilidad serrana para arrebatar la vida de los hijos serranos y sus partes bajas.
Y qué pasa cuando un ángel de la reserva natural se encuentra con depredadores. Cómo los frena, con qué recursos, cuando instituciones como Conanp están castigadas y castigadas con recortes federales, como puede pasar con la escasa decena de inspectores de Conapesca para más de dos mil kilómetros de los litorales sudcalifornianos.
Caray, se acabó con lo que debería de ser un orgullo local, como lo fue el Estero de San José del Cabo. Ni la más remota idea se tiene de las aves que viajan desde Sudamérica o Canadá para llegar a un lugar, antes su paraíso, hoy terriblemente convertido en un mierdero, en cuyo sitio nada más, por como se dice, Dios es grande –no por la responsabilidad de gobernantes municipales—no se ha dado ningún caso de cólera. No me imagino a los dueños del dinero en Los Cabos, el escándalo que van a hacer cuando llegue a darse un hecho tan lamentable y los gritos ciudadanos que, entonces sí, extenderemos en supuesta indignación. ¿A dónde van las aguas negras que no se tratan en San José del Cabo? La respuesta es cruda: al estero o al mar.
La Sierra de La Laguna es única. Desde el Picacho, a sus dos mil 100 metros sobre el nivel mar, la vista es imponente. Una bendición para quienes han llegado hasta la cima.
En el Programa de Trabajo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas 2001-2006, para la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, se observa que la Reserva de la Biosfera Sierra La Laguna constituye una Área Natural Protegida clave y representativa de la biodiversidad mexicana, particularmente en su región noroeste, siendo considerada por algunas organizaciones internacionales como prioritaria para la conservación, al constituir la única selva seca de la península de Baja California y una de las mejor conservadas del Pacífico mexicano.
El área conocida como Sierra La Laguna se encuentra ubicada en los municipios de La Paz y Los Cabos y cuenta con una extensión territorial de 112,437-07-25 hectáreas, se indica en el estudio referido. Fue decretada como Reserva de la Biosfera el 6 de junio de 1994, constituyendo parte de un macizo montañoso, del que la Reserva ocupa una extensión de aproximadamente 48 kilómetros de largo y un promedio de 20 kilómetros de ancho.
“La comunidad boscosa se caracteriza, geomorfológicamente, por la presencia de una cuenca semicerrada de aproximadamente un kilómetro cuadrado conocida como el “Valle de La Laguna”, a la cual la serranía debe su nombre. Se piensa que este valle, en tiempos geológicos más húmedos, efectivamente comprendió un cuerpo de agua permanente. Este hecho ha sido ampliamente reconocido por paleo botánicos y paleo climatólogos, pues en tales condiciones es posible encontrar polen fósil en una secuencia estratigráfica, que datándolo puede rendir información sobre la historia reciente (hasta unos 15 mil años) tanto de la serranía, como de su área de influencia”.
En La Sierra de La Laguna y su área de influencia, la expresión ciudadana Semilla de Orgullo ha logrado el registro fotográfico de 26 especies de rapaces –desde el Águila Real al Tecolote Enano—lo que es un formidable testimonio de la salud del lugar.
El venado y otras especies son orgullo de vida. Deberíamos contar su vida, no su muerte; deberíamos escucharles en la sierra, no los disparos.
Se podría decir que el aislamiento que vivió la región por décadas, dejó en la caza una práctica de vida que se extendió en el tiempo de generación en generación. Pero, ¿un venadito? No el ranchero, o el bien nacido en esta grata tierra, no va en ellos la depredación. Testimonio de ello, nada más por citar, es la grandeza que era el estero, ellos no lo contaminaron. ¿Un venadito? Así es el tamaño de la hoy sin razón.