Tren Maya con millonario gasto circula casi vacío incluso en temporada alta

La operación del Tren Maya durante el periodo vacacional de diciembre dejó en evidencia una realidad incómoda para uno de los proyectos emblemáticos de la llamada Cuarta Transformación: incluso en temporada alta, la afluencia de pasajeros se mantiene baja en varios de sus tramos más relevantes, particularmente en el corredor turístico de Quintana Roo, donde se esperaba una alta demanda tanto de visitantes nacionales como internacionales.
La estación de Cancún, principal puerta de entrada al turismo en México y la segunda ciudad más poblada de la Península de Yucatán, se convirtió en un termómetro claro del desempeño del sistema ferroviario. En salidas matutinas, el tren partió con alrededor de 60 pasajeros distribuidos en cuatro vagones, una ocupación que apenas alcanza entre 15 y 20 personas por vagón, muy por debajo de su capacidad instalada, lo que genera una imagen de operación semivacía desde el inicio del recorrido.
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El comportamiento de los usuarios a lo largo del trayecto refuerza esa tendencia. La mayoría de los pasajeros realiza viajes cortos hacia destinos como Playa del Carmen o Tulum, mientras que los trayectos largos, como Cancún–Chetumal, registran una demanda claramente menor. En estaciones intermedias como Puerto Morelos no se observó ascenso de pasajeros, y únicamente descendieron algunos elementos de la Guardia Nacional, cuya presencia fue constante durante todo el viaje.
En Playa del Carmen el movimiento fue limitado, con el abordaje de cerca de 20 personas, mientras que en Tulum descendieron alrededor de 20 pasajeros y subieron poco más de una decena. El recorrido completo hasta Chetumal tomó aproximadamente cinco horas, tiempo durante el cual la ocupación nunca alcanzó niveles que reflejaran un uso intensivo del servicio, aun tratándose de uno de los periodos con mayor flujo turístico del año.
El bajo nivel de pasajeros no se explica únicamente por la falta de interés turístico. La limitada adopción del Tren Maya por parte de la población local también ha sido un factor determinante. La promesa de convertirlo en una alternativa cotidiana de movilidad para trabajadores del corredor Cancún–Playa del Carmen–Tulum se ha visto frenada por el costo del servicio para traslados diarios y por la dificultad de acceso a las estaciones, ubicadas lejos de los centros urbanos.
Cancún ejemplifica con claridad este problema estructural. El acceso a la estación depende casi por completo de taxis, plataformas digitales o autobuses foráneos, y el retorno hacia zonas céntricas suele ser aún más complicado por la falta de transporte continuo. Esta desconexión urbana se repite en la mayoría de las estaciones del sistema, lo que reduce de manera significativa su atractivo como opción de transporte regular.
El impacto económico local tampoco ha respondido a las expectativas oficiales. A pesar del discurso que anticipaba una derrama comercial importante en las comunidades cercanas a las estaciones, la realidad muestra terminales con negocios vacíos y una actividad marginal en su entorno inmediato, sin el dinamismo prometido durante la planeación del proyecto.
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Las cifras financieras refuerzan el contraste entre el diseño y la realidad operativa. Datos del propio gobierno federal indican que el Tren Maya tiene un costo operativo diario superior a los 12 millones de pesos. Entre diciembre de 2023 y junio de 2025, el gasto acumulado superó los 5 mil 800 millones de pesos, mientras que los ingresos por venta de boletos apenas rebasaron los 525 millones de pesos en el mismo periodo.
Desde su concepción en 2018 y el inicio de su construcción en 2020, el Tren Maya fue presentado como un motor de desarrollo regional, integración social y movilidad turística. Sin embargo, a casi dos años del arranque de su operación comercial, los niveles de afluencia observados en diversos tramos siguen lejos de la capacidad instalada del sistema ferroviario.
El anuncio del nuevo servicio de larga distancia “Expreso de Año Nuevo”, que comenzará a operar este 31 de diciembre, marca una nueva etapa dentro del megaproyecto. No obstante, la combinación de baja ocupación, altos costos operativos y una débil integración con la movilidad urbana mantiene abierto el debate sobre el verdadero alcance del Tren Maya como proyecto de transporte, desarrollo económico y beneficio social en el sureste del país.
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