Explota Saúl Hernández contra el Tren Maya ante impacto ambiental del proyecto (Video)
La polémica en torno al Tren Maya, una de las obras insignia del gobierno mexicano encabezado por Claudia Sheinbaum, ha llegado a un nuevo punto de ebullición. El pasado fin de semana, durante un multitudinario concierto en Ciudad de México, Saúl Hernández, líder de la icónica banda de rock Caifanes, lanzó un mensaje directo y contundente contra el proyecto. “¡No mamen y chasm!”, exclamó desde el escenario, desatando vítores entre el público y avivando el debate sobre el impacto ambiental del megaproyecto.
El Tren Maya, que recorrerá más de 1,500 kilómetros a través de cinco estados del sureste mexicano, ha sido promovido como un motor de desarrollo económico y turístico para la región. Sin embargo, el proyecto enfrenta una creciente oposición por parte de ambientalistas, comunidades indígenas, y ahora figuras públicas como Hernández, debido a las graves afectaciones al ecosistema.
Diversos informes han señalado la tala de miles de hectáreas de selva tropical, la alteración de acuíferos subterráneos y el desplazamiento de fauna silvestre, incluyendo especies en peligro de extinción como el jaguar, el venado cola blanca y el capiro. Según denuncias recientes de activistas, algunos contratistas de la obra estarían directamente involucrados en la matanza de estos animales, hechos que hasta ahora no han sido desmentidos ni aclarados por el gobierno federal.
Saúl Hernández, conocido por su activismo social y sus críticas a las injusticias, no se anduvo con rodeos.
“El sureste mexicano está siendo destruido en nombre del progreso, pero ¿a qué costo?”, comentó en una entrevista posterior al concierto.
“Estamos matando la riqueza natural y espiritual de esta región, y quienes nos gobiernan están actuando con una insensibilidad abrumadora”.
Las palabras del vocalista resonaron en redes sociales, donde usuarios y colectivos ambientalistas compartieron su mensaje. En Twitter, el hashtag #NoMamenTrenMaya se volvió tendencia, acompañado de imágenes y videos que documentan los daños en la zona de construcción.
Aunque la administración federal ha defendido reiteradamente la viabilidad ambiental del Tren Maya, los recientes señalamientos sobre la muerte de jaguares y otras especies han puesto en jaque esta narrativa. En un comunicado emitido por Fonatur, la entidad encargada del proyecto, se limitó a afirmar que “todas las obras cumplen con los estándares ambientales” sin abordar directamente las denuncias específicas.
Claudia Sheinbaum, presidenta de México, aún no se ha pronunciado sobre los comentarios de Saúl Hernández ni sobre los reportes de violencia contra la fauna. Sin embargo, en actos recientes, ha enfatizado que el Tren Maya “es un símbolo de justicia social” para el sureste mexicano.
Mientras tanto, las comunidades indígenas y campesinas de la región, que se encuentran divididas respecto al proyecto, enfrentan el dilema de decidir entre el desarrollo económico que promete el Tren Maya y la preservación de su entorno. María Chablé, líder maya de una comunidad en Quintana Roo, declaró:
“No estamos en contra del progreso, pero no queremos que nuestras tierras se destruyan. El jaguar es un símbolo sagrado para nosotros; su muerte es nuestra muerte”.
El caso del Tren Maya y las expresiones de figuras públicas como Saúl Hernández no solo ponen sobre la mesa el debate ambiental, sino también una cuestión más profunda: ¿es posible un desarrollo verdaderamente sostenible en México? Las denuncias sobre la matanza de especies protegidas y la devastación de la selva dejan en claro que los costos de este proyecto podrían ser irreversibles.
Mientras tanto, el grito de Hernández, “No mamen y chasm”, se ha convertido en un eco de resistencia que podría marcar un antes y un después en la lucha por la defensa del medio ambiente en México.
Las miradas están puestas en el gobierno federal, que deberá responder con claridad a estas acusaciones y demostrar con hechos que el Tren Maya no se construirá a expensas de la biodiversidad y las comunidades. Por su parte, artistas, ambientalistas y ciudadanos siguen alzando la voz, recordándonos que la música, como la naturaleza, puede ser un poderoso instrumento de cambio.
AT