Un día después y los que vienen

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Columna de Jesús Manuel Díaz Zurita

La libre manifestación de las ideas y la libre reunión son derechos inherentes al hombre que salvaguarda nuestra Constitución.

Por eso mal se ve y no le queda al presidente de la República cuestionar y señalar la libre manifestación que se dio en la mal llamada marcha por la defensa del INE.

No es correcto, así se manifieste un sólo ciudadano. Debe respetar su derecho.

En su toma de protesta como titular del Poder Ejecutivo de la Nación prometió guardar y hacer guardar la Constitución, que a la letra en su primer artículo señala:

 “…  Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad”.

Se quiera o no, fue electo por la mayoría de los votantes y está obligado a respetar la Constitución y proteger los derechos de quienes vivimos en México, seamos nacionales o extranjeros”.

Es el presidente de todos

Mal queda el presidente de todos los mexicanos criticando e incluso mirándose de la marcha.

Si bien puede tener razón  en señalar a algunos de los convocantes, lo cierto es que los mexicanos ejercieron su derecho. Unos de asistir y armar la fiesta y otros de quedarse en casa o acudir a sus centros de trabajo.

Baste decir que su obligación es respetar a todos los mexicanos sin distingo alguno.