La Unión Europea anuncia que duplicará a 50% sus aranceles al acero para salvar al sector

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La Unión Europea decidió elevar drásticamente la presión comercial sobre China y proteger su propia industria metalúrgica. El bloque anunció que duplicará los aranceles al acero importado, llevándolos del 25% al 50%, en un intento por “salvar nuestras acerías y empleos”, según declaró el vicepresidente de la Comisión Europea, Stéphane Séjourné. La medida, que deberá ser ratificada por los 27 Estados miembros y el Parlamento Europeo, marca un giro proteccionista sin precedentes en la política industrial europea reciente.

La decisión responde a una preocupación estructural: la invasión del mercado europeo por acero chino subsidiado, vendido a precios por debajo del costo real de producción. Durante más de una década, las acerías del continente —desde Alemania hasta Italia y España— han denunciado la competencia desleal del gigante asiático, cuyas plantas, altamente subsidiadas por el Estado, inundan el mercado global y deprimen los precios. La Comisión Europea sostiene que sin esta intervención, Europa corría el riesgo de perder miles de empleos industriales y cerrar fábricas históricas.

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La medida no solo duplicará los aranceles para las importaciones que excedan las cuotas establecidas, sino que también reducirá a la mitad los volúmenes de acero que pueden ingresar al bloque sin pagar impuestos. De este modo, el sistema de cuotas se ajustará a una realidad donde Bruselas busca restringir de manera más severa la entrada de productos considerados estratégicamente sensibles para la seguridad económica europea.

El incremento llevará los aranceles europeos a niveles similares a los impuestos por Estados Unidos y Canadá, dos socios comerciales con los que Bruselas busca coordinar una respuesta conjunta ante la sobreproducción china. De hecho, la UE y Washington negocian actualmente una exención mutua de aranceles sobre el acero y el aluminio, en el marco de un acuerdo para defender la industria verde y reforzar cadenas de suministro occidentales.

La situación del acero europeo refleja una crisis más amplia: la dificultad de competir con la capacidad de producción china, que supera con creces la demanda interna y mundial. Con costos energéticos más bajos, menores regulaciones ambientales y amplias subvenciones estatales, las empresas chinas logran colocar acero en el extranjero a precios imposibles de igualar por las siderúrgicas europeas. Esto ha generado una caída sostenida de márgenes, despidos y el cierre de plantas en regiones obreras del continente.

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El anuncio de Séjourné busca enviar una señal política clara: Europa no tolerará prácticas de dumping ni sacrificará su industria pesada en nombre del libre comercio. “No se trata de cerrar la puerta, sino de equilibrar la competencia”, explicó el comisario en su mensaje en la red X, subrayando que la decisión no apunta solo a China, sino a todos los países que utilicen subsidios distorsivos.

Aunque la medida podría encarecer temporalmente los costos de producción en sectores que dependen del acero importado —como la automotriz o la construcción—, Bruselas confía en que el efecto positivo de estabilizar el mercado interno y asegurar el empleo industrial compensará ese impacto. Con esta decisión, la Unión Europea asume una postura más firme frente a la globalización desequilibrada y se alinea con la tendencia global hacia la reindustrialización y la protección estratégica de sus sectores clave.

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