Especialistas ven inviable que Aeroméxico, Viva y Volaris cedan slots del AICM a aerolíneas de EUA

La propuesta del gobierno federal para que aerolíneas mexicanas cedan parte de sus slots en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) a compañías estadounidenses enfrenta un escenario complicado. Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que ya se realizó una “nueva distribución” de horarios de despegue y aterrizaje, especialistas en aviación consideran poco probable que Aeroméxico, Viva Aerobus y Volaris acepten desprenderse de derechos adquiridos durante años. El debate vuelve a colocar al AICM bajo los reflectores, en medio de la presión regulatoria del Departamento de Transporte de Estados Unidos (DOT).
El análisis central de los expertos advierte que el verdadero problema no radica en cuántos slots se pueden transferir, sino en la falta de un sistema transparente y técnicamente sólido para administrarlos. Carlos Torres, especialista en aviación, explicó que la observación más dura del DOT hacia México ha sido precisamente la ausencia de un esquema moderno de gestión de horarios. En ese contexto, más que retirar espacios a líneas nacionales, lo urgente —dijo— es instaurar un modelo regido por las normas de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).
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Torres subraya que los slots históricos, es decir, aquellos que las aerolíneas han ocupado de manera continua durante años, generan derechos que difícilmente se pueden revocar sin procesos regulatorios complejos. Por ello, considera “poco probable” que las compañías mexicanas acepten cederlos, aun si existe presión diplomática o comercial de parte de Estados Unidos. En su opinión, la solución pasa por devolver capacidad al aeropuerto, no por redistribuir la existente.
La discusión técnica también involucra la saturación del AICM, un problema que no es exclusivo de México. El especialista recordó que grandes aeropuertos del mundo enfrentan retos similares, pero la diferencia radica en que mantienen inversiones constantes en infraestructura y tecnología. En contraste, el aeropuerto capitalino arrastra rezagos en aeronavegabilidad y en la modernización de sus sistemas de control.
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Un punto clave señalado por Torres es la necesidad de actualizar tecnología en la torre de control y garantizar personal suficientemente capacitado. Esto permitiría aumentar con seguridad el número de operaciones por hora y recuperar capacidad perdida, sin necesidad de construir infraestructura nueva. Según los cálculos técnicos, el AICM podría superar las 50 operaciones por hora si contara con equipamiento moderno y un sistema confiable de administración de slots.
El anuncio de Sheinbaum sobre una redistribución que beneficia a aerolíneas estadounidenses ha generado inquietud en el sector, especialmente porque las compañías mexicanas consideran que cualquier cesión involuntaria afectaría sus operaciones, conectividad y competitividad. Hasta ahora, ninguna aerolínea ha confirmado públicamente haber cedido slots, y el propio sector interpreta el anuncio más como un alineamiento regulatorio que como un traspaso inmediato de horarios.
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Finalmente, Torres insistió en que el camino para evitar sanciones del DOT no está en quitar espacios a unos para darlos a otros, sino en profesionalizar la gestión del aeropuerto y fortalecer la seguridad operacional. Solo con ese enfoque —afirmó— México podrá resolver los cuestionamientos regulatorios y garantizar que el AICM opere con estándares comparables a los de los principales aeropuertos internacionales.
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